capitulo 4

1.4K 95 5
                                    

Víctoriano estaba decidido a vivir libremente su amor junto a Inés, no podía seguir ocultando que su corazón parecía querer salirse de su pecho cada que la veía, por eso mismo pensó que lo mejor sería hablar con Deborah para que dejara la casa cuánto antes

—Deborah, necesito que hablemos respecto a nosotros

—¿Me vaz a decir que estabas equivocado? ¿Que lo mejor para nuestro bebé será que sus padres sigan juntos?

—Deborah te quiero pedir que por favor te vayas de la casa...

—¡Esto es el colmo Victoriano Santos!- gritó la mujer evidentemente molesta- estoy embarazada de tu hijo, no puedes correrme ¡eres un maldito!

—Te rentare un lugar donde puedan vivir tu y mi hijo, no los voy a dejar desamparados pero es imposible que sigamos viviendo bajo el mismo techo como si nada pasara

—Estas muy equivocado si crees que me voy a ir de aquí ¡Me escuchas!

—¡Tendras que hacerlo Déborah!- dijo Víctoriano saliendo de la habitación y dando un portazo tras el

Deborah estaba desesperada, sus planes no podían venirse abajo, tomo su teléfono y llamo a su único aliado, el conseguiría a una persona que se hiciera pasar por  el doctor que la atendía para poder chantajear a Víctoriano con su embarazo, sabía que aquel hombre sería incapaz de echarla si sabía que su hijo corría peligro.

—Entonces ¿Acepta el trato?- dijo la mujer nuevamente al teléfono

—por supuesto que sí Déborah, ahora te doy su número para que lo llames en el momento que lo necesites...

En otro lugar de la hacienda había dos jóvenes se besaban tiernamente por primera vez, parecía ser que el amor flotaba en el aire, los dos habían crecido juntos, se amaban y por fin empezaban a explotar ese sentimiento que llenaba su alma

—Te quiero emiliano, te quiero más que a nada

—Y yo te adoro Constanza

—Que crees que digan mi papá y mi nana cuando se enteren- dijo la joven enrollado sus brazos al rededor del cuello de su ahora novio

—mi mamá no se, pero tú papá seguramente se va a enojar, ya sabes que no me soporta

—entonces por eso mejor no hay que decirles nada, nada, nada ¿Okay?- besando nuevamente sus labios.

Horas después y dentro de la casa Ines y Diana se despedían de Cassandra, pues ya habían acabado las vacaciones y se iría a concluir sus estudios al extranjero, cuando vieron a Víctoriano llegar traía una carpeta en la mano, detrás de el venía la despistada Constanza que ya no recordaba a qué hora se iría su hermana, Víctoriano después de despedirse subió directamente a la habitación donde seguramente encontraría a su aún esposa

—Deborah, aquí traigo el contrato de renta de tu nuevo departamento para firmarlo ahora mismo- poniendo la carpeta frente a ella que en ese momento estaba recostada en la cama

—Ya te lo dije y te lo repito Victoriano, no voy a dejar la hacienda, tu aún eres mi... Marido- exclamó la mujer mientras hacía una mueca que parecía de dolor

—Este pasó lo debemos dar cuánto antes, no te amo Deborah y pronto dejaremos de ser esposos por eso mismo te pido que te vayas

—No Víctoriano, yo sé que tienes otra mujer ¡Y quieres sacarme de aquí para meterla a ella! ¡Pero escúchame, eso no lo permitiré!- Déborah hizo una mueca de dolor e inmediatamente se encogió sobre la cama

—Deborah ¿Estás bien? ¿Que te pasa?- pregunto preocupado

—Victoriano ¡Aaaaah! Me duele mucho, mi bebé Víctoriano- respondió agarrándose el vientre- llama a mi médico ¡Aaaaaah! ¡Llámalo victoriano! Ya no aguanto, tengo su número en mi ajenda-

Victoriano inmediatamente llamo al “médico” mientras con los gritos de Déborah subieron rápidamente Diana, Constanza e Ines, las tres estaban asustadas por la situación, pero Victoriano lo estaba mucho más.

Momentos después llegó el médico a atender a Deborah, todo estaba planeado para que el hiciera creer a los santos que el embarazo era de alto riesgo y que necesitaria más cuidados de los hábituales, por eso mismo salió y se dirigió a Santos, que estaba visiblemente nervioso caminando de lado a lado fuera de la habitación

—Señor santos... Debo ser muy honesto con usted, el embarazo de su mujer se ha complicado, tuvo una amenaza de aborto

—¿Eso quiere decir que puede perder a mi hijo?- respondió santos mientras las tres mujeres que estaban con el se ponían a su lado

—Si la señora no tiene los cuidados necesarios es lo más probable, le voy a recetar unas vitaminas y también voy a pedirle que no la exponga a estrés, emociones fuertes o esfuerzos, además debe estar en reposo por el bien de su hijo.

Le entrego una receta médica y se dispuso a salir, después de que las jóvenes se fueron Victoriano hablo con Ines respecto a que lo mejor sería que Deborah permaneciera en la casa hasta que el embarazo concluyera, Ines acepto que así fuera.

Paso casi un mes desde aquel desagradable acontecimiento, Ines y Victoriano seguían con sus encuentros y Déborah seguía fiel también a su mentira, su embarazo seguía en proceso y estaba más que convencida de que sería ella la que le daría su primer varón a Víctoriano, sería ella la que le diera a su heredero asegurando así todos los lujos que tanto anhelaba.

Esa mañana Ines estaba en el mercado como todos los lunes, caminaba entre los puestos, pensado en las noches tan maravillosas que pasaba junto a Víctoriano de un tiempo para acá, cuando escucho una voz conocida llamarla, en ese instante se paralizó del miedo ¿Sería posible? Aquel que tanto daño le había hecho está ahi llamadola, su sospecha se hizo realidad cuando sintió una mano agarrarla del brazo fuertemente y al voltear vio su rostro, era el

—Pero cuánto tiempo sin verte inesita- dijo aquel hombre jalandola del brazo hacia la salida del mercado mientras ella en shock, presa del miedo, no hacía nada para evitarlo

Ines salió de su trance hasta que se dió cuenta que aquel hombre trataba de subirla a una camioneta, en ese momento se jaloneo tratando de liberarse de aquel agarre pero fue en vano, dos hombres más llegaron e inmediatamente la subieron a la camioneta

—loreto déjame ir por favor- lloraba desconsoladamente, no podía regresar a esa pesadilla de la que tanto le costó salir

—No Ines, estuve 20 años sin tenerte y ahora que volví quiero sentir a mi mujer, porque sigues siendo mi mujer

—Eso jamás, me das asco Loreto, nunca estaré contigo...- de repente sintió un paño cubrir su rostro y a los instantes todo se volvió negro

Despertó dentro de un lugar que ya conocía, estaba en la casa donde vivió con el desgraciado de Loreto, y fue justo con el con quién se topo al abrir los ojos

—¿Recuerdas está casa Ines? Aquí te hice mía tantas veces y aquí volverás a pertenecerme- dijo el hombre acercándose con la intención de besarla

—Nunca pasara eso Loreto, no sere tuya jamas- respondió la morena aún mareada esquivando los labios que tanto asco le daban

Aquello despertó la furia de Loreto que después de oir aquello de propinó una bofetada

—Claro que lo serás y si no es por las buenas ¡Pos será por las malas!- gritó tomándola de los brazos y levantandola de la cama

Loreto la pego a su cuerpo mientras la besaba pero Ines en su desesperación le dió un golpe bajo con la rodilla logrando así librarse de su agarre para correr hasta la puerta, al tratarla de abrir se dió cuenta que estaba cerrada, no tenía manera de escapar

—A dónde crees que vas- gritó Loreto lanzandola contra la pared

Ines cayó al piso, estaba llena de miedo, no pensaba en el dolor si no en la manera de escapar de ahí, ese hombre era el diablo y estaba ahi con ella

—Ahora si me vaz a cumplir como mujer, me vuelves loco- dijo abalanzandose sobre ella

—no, no por favor Loreto- suplicaba Ines sintiendo esos besos, que tanto asco le causaban bajar por su cuello

Trataba con todas sus fuerzas de liberarse pero el era un cobarde que no dudaba en usar los golpes para lograr lo que quería, no lo conmovía ni las lágrimas y mucho menos los gritos de Inés.

𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐚 𝐦𝐢 (Concluida) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora