Capitulo 30

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Por la madrugada Víctoriano despertó al darse cuenta que Ines no estaba a su lado y la encontró levantada, caminado de un lado a otro al rededor de la cama

—¿Que pasa Ines? ¿Te sigue doliendo la espalda?- pregunto

—Si, no me puedo acomodar en la cama

—Ay mi vida- dijo levantándose- ¿que podemos hacer? ¿Quieres que te sobe la espalda?

—Si por favor, que ya no puedo con el sueño, pero estoy feliz porque ya pronto tendremos a nuestra hijita con nosotros, ay dios es que a esta hora está muy inquieta- dijo tocandose la barriga

Ines se recostó de lado en la cama dándole la espalda a Víctoriano, este comenzó a sobarla suavemente hasta que se quedó dormida, el se quedó viéndola un momento, admiraba mucho a esa mujer y su fortaleza, la amaba y no sabía cómo por su mente había pasado dejarla ir si era claro que ninguno de los dos puede estar alejado, minutos después el también se recostó y se quedó profundamente dormido

A la mañana siguiente el desayuno transcurrió de manera normal, Ines decía seguir con un poco de molestia por lo que las muchachas creyeron que sería mejor que se recostara pero ella tenía planes de pintar las habitaciones de los bebés junto a Víctoriano

—Creo que mejor me vaz a tener que supervisar sentada en el sillón mi cielo- dijo Victoriano riendo al verla sobarse nuevamente la espalda

—No te burles, tu hija me está pateando además- sonrió acariciando su barriga

Victoriano rió, la barriga de su mujer era ya muy grande, estaba encantado de poder verla así, abrió un bote de pintura azul cielo y con un rodillo empezó a pintar la primer pared, Ines desde su asiento le daba indicaciones cuando el pequeño, al que tenían en la carreola empezó a llorar, era ya la hora de su comida

—A ver mi vida, yo lo cargo, a ti te duele la espalda ¿No?- dijo Victoriano dejando de lado el rodillo de pintar

—No Victoriano, tu tienes la manos llenas de pintura- viendo al bebé- a ver mi chiquito guapo ¿Ya quiere comer?

Ines se disponía a prepararle el biberón cuando empezó a sonar su teléfono

—¿Quien es Ines?- pregunto Víctoriano al darse cuenta de que ella no contestaba

—Numero desconocido- batiendo el biberón listo

—Deberias contestar, que tal si es algo importante

Ines asintió y finalmente contesto el teléfono

—¿Bueno?

—Inesita ¿cómo estás?

Al escuchar la voz del otro lado Ines palideció, esa voz sin duda le causaba miedo

—¿Que quieres? ¿Por qué me llamas?- pregunto con un hilo de voz

Victoriano al ver el semblante de su mujer se acercó para escuchar quien era la persona con la que hablaba, la mujer solo le hizo una seña de que guardara silencio mientras ponía alta voz

—Inesita lo que quiero es muy simple, mira, yo necesito dinero para largarme de aquí, tu sabes que soy un hombre apostador pero pos la suerte últimamente no ha estado de mi lado

—¿Y eso a mí que me importa?- dijo Ines armandose de valor mientras tomaba la mano de Víctoriano

—Claro que importa Inesita, porque supongamos que te voy a vender un secretito- dijo en tono burlesco Loreto- mira, tu o el imbécil de Víctoriano me traen ese dinero y yo a cambio les cuento una travesurita que hice

𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐚 𝐦𝐢 (Concluida) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora