Capítulo 8

9.6K 841 30
                                    

NARRA AVA

Mi corazón se oprime cuando veo a mi hermana en aquella cabaña, tirada en el suelo, amarrada e inconsciente. Sin pensarlo estoy corriendo hacia ella. Escucho que los chicos me llaman, pero no pienso en nada que no sea sacarla de ahí. 

Con cuidado de no ser vista, me muevo entre los arbustos hasta llegar a un costado de la cabaña. Voy a entrar por la parte delantera, pero me detengo al escuchar un ruido proveniente del otro lado. Me recuesto en la pared de madera que queda junto a mí y escucho atenta; pasos fuertes de acercan, y mi curiosidad me lleva a querer observar. Encuentro un pequeño agujero entre las ramas que componen la pared y me inclino un poco para poder ver por él.

Uno de los hombres de ojos rojos camina hasta llegar a mi hermana, la revisa tomando su rostro entre las manos, mientras la mueve de derecha a izquierda. Al final logra que ella se despierte y noto que al encontrarlo delante su expresión es de espanto. Mi ojos se cristalizan al verla así, tan asustada y vulnerable, quiero correr para decirle que estoy aquí, que no la abandoné en el río aquella vez, pero debo esperar que esté sola.

El hombre gruñe y dice algo en voz baja que no logro escuchar, para luego irse por donde vino. Aprovecho el momento y camino con cuidado de no ver a nadie más, aunque nunca estaré a salvo aquí; las cabañas son abiertas, basta con que alguien pase por delante, para ver lo qué hay dentro. Logro entrar por un costado y corro hacia dónde se encuentra mi hermana tirada. Me arrodillo delante de ella, y al verme, su rostro se ilumina y sus ojos se cristalizan.

—Tata... —Susurra en un sollozo. Así es como me llama desde siempre. La abrazo fuertemente llorando con ella. Sé que no tengo mucho tiempo, así que me separo un poco y acuno sus mejillas con mis manos, mirándola fijamente a los ojos.

—Mi pequeña Ana, escúchame ¿sí? No llores, hemos venido a rescatarte, vamos a sacarte de aquí —digo segura, para luego comenzar a desatar las cuerdas que la tienen apresada.

—Mike se... ¿se salvó? ¿Está contigo? —Su voz esperanzada me desarma, debe de pensar que él viene conmigo porque hablé en plural.

—Lo siento Ana... él no... no sobrevivió, los que vienen conmigo son unas personas que encontré en el bosque. —Termino de desatarla y veo que sus labios tiemblan intentando no llorar, y sus ojos inundados de lágrimas retenidas. Sé que aunque no lo dijera, ellos tenían algo más allá de una simple amistad. Maldigo el momento en que se me ocurrió parar en esta maldita isla, si tan solo hubiese seguido el camino de vuelta a casa, nada esto hubiese pasado.

—Debemos apresurarnos, vamos —digo saliendo de todos mis pensamientos. Ella asiente y la ayudo a levantarse. Aunque está débil no tiene ni un rasguño, parece que no le hicieron nada; eso me pone a pensar y preguntarme ¿Para qué la quieren entonces?

La tomo de la mano y caminamos con cuidado hasta el costado de la cabaña por donde vine. Escucho pasos cercanos y nos detenemos, ocultas detrás de la pared. Inclino un poco la cabeza para ver que ya no estén aquí cerca y no veo a nadie. Seguimos caminando con cuidado, cerca de los arbustos; puedo ver a la distancia los rostros de Mark y Andrea esperándonos. Estamos casi al llegar a ellos, cuando a un lado de nosotras, aparece uno de esos hombres, dice algo en un idioma que no entiendo o no sé si significa algo siquiera, para que seguidamente otros dos aparezcan por detrás.

El miedo se apodera de mí y siento a Ana apretando mi mano. No tenemos escapatoria, estamos rodeadas y cada vez se acercan más a nosotras. Miro hacia los chicos, que están detrás de los arbustos con mi rostro transformado de terror, y mi corazón se alivia un poco al ver que Mark me hace señas de que me tranquilice, que ellos están aquí para ayudarnos; no lo dijo pero sé que eso quiso expresar. No me da tiempo a más nada, en cuanto me doy la vuelta, siento un golpe en mi nuca y todo se vuelve oscuridad.

Abro mis ojos e intento adaptarme al panorama. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero parecen unas horas, ya que está todo oscuro. Miro a un lado al tener aclarada la visión y veo a Ana a un lado mirando un punto fijo en el suelo. Me remuevo para voltearme y abrazarla, pero noto que estoy amarrada, igual que lo estaba mi hermana cuándo la encontré. Mi hermana siente mi movimiento y se voltea un poco como puede, ella también está atada con las cuerdas. Ambas estamos recostadas al tronco de madera que sostiene el techo del centro de la cabaña.

—Tata, ¿estás bien? —Su voz suena preocupada, y sé que estuvo llorando un buen rato, por lo rota que se escucha.

—Sí, amor, estoy bien. —Intento calmarla, no quiero que esté más triste de lo que ya está.

—¿Ahora qué haremos? ¿Cómo saldremos de esta? No hay escapatoria.

—Tranquila ¿sí? Todo estará bien. Ellos vendrán por nosotras. —La calmo.

—¿Quienes ellos? ¿Los que me contaste que encontraste en el bosque? —Pregunta confusa.

—Así es, ellos son mis compañeros de viaje y son muy valientes, confío en que vendrán. Ellos nos salvarán. —Digo recordando las señales de Mark.

Sólo espero que lo hagan antes de que algo malo nos suceda.


************
Hola amores, sé que es tarde pero lo prometido es deuda, aquí les traje este nuevo capítulo, espero les haya gustado.

Ahora sí que Mark y Andrea estarán solos un tiempito, ¿qué creen que pase? ¿Se acercarán?¿Se matarán entre ellos?

No olviden dejar sus votos🌟 y comentar si les apetece 🤗
Esperen próximas actualizaciones. 💖

Lo ama su autora:
Mairelys Cordova💗

Lo ama su autora: Mairelys Cordova💗

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Atrapada Con Mi Enemigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora