Capítulo 9

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Este capítulo va dedicado a @AndreaAnahiLopezVane.

Gracias por siempre leer y apoyar esta historia ☺️. Curiosamente te llamas igual que la protagonista jeje.

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NARRA ANDREA

Estoy junto con Mark, escondidos detrás de los arbustos. Acabamos de ver cómo atrapaban a Ava y su hermana, justo cuándo estaban casi al llegar a nosotros. Igualmente pienso que ella no debía ir tan apresuradamente y sin nosotros.

Veo a Mark que me hace seña para que lo siga. Caminamos sin hacer ruido hasta que estamos lo suficientemente lejos de los hombres de ojos rojos.

—¿Qué haremos ahora? Debemos sacarlas de ahí. —Expreso con preocupación, viendo cómo él se aleja más cada vez.

—Por ahora no podemos hacer nada, hay demasiados y están todos concentrados en vigilarlas; Ava fue imprudente al ir sola, ahora todo es más complicado. —Su tono es serio y sé que en este momento está maquinando un plan para sacarlas de ahí.

—Entonces... —digo esperando que me diga que haremos.

—Vámonos de aquí, antes de que nos atrapen también, vendremos de nuevo en la noche, para ver si todo está más calmado y podemos sacarlas de ahí. —Asiento y lo sigo.

Luego de cinco minutos caminando encontramos un río, es muy hermoso, pero la corriente se ve que es fuerte.

—Descansemos aquí, tampoco debemos alejarnos tanto. —Dice mientras se deshace de la mochila que lleva en su espalda y la coloca en el suelo. Yo copio su acción y siento como mis hombros y la espalda me agradecen, la mochila es muy pesada por todas las cosas que llevo dentro.

Me acerco a la orilla del río y me arrodillo para enjuagar mi rostro, hace demasiado calor en este bosque y el sol aún no se esconde. Veo por el rabillo del ojo como Mark se acerca a mí y hace lo mismo.

—Deberías aprovechar y bañarte, tu cuerpo no ve agua desde que subiste al avión, y ya apestas. —Me volteo para quedar de frente a él, mientras lo fulmino con la mirada. No es cierto, yo no apesto aún... bueno, por lo menos no tanto como para que se sienta desde dónde está él.

—Hablarás de ti, yo no podía dormir en la tienda de campaña anoche, por la peste que tenías, me asfixiabas. —No es cierto, pero no puedo quedarme callada. Él se levanta y cruza sus brazos mirándome con una sonrisa burlona.

—Imagino que por eso te pegaste a mí como garrapata toda la noche. —Mierda, ¿cómo lo supo? Pensé que al despertarme primero él no lo habría notado. Pero si se dió cuenta antes, entonces...

—Al parecer lo disfrutaste mucho, porque lo sabías y no hiciste nada por separarme, de hecho, tú también me estabas abrazando, fui yo quien te empujó al darse cuenta esta mañana. —Su sonrisa se quiebra y aparta la vista. Lo miro extrañada por ese gesto.

—Como sea. —Responde y se va de mi lado.

Estoy por levantarme para ir dónde está el cuando tropiezo y caigo de lleno al río.

—AAAH. —Intento levantarme y caminar hacia la orilla, pero la corriente me lo impide y me arrastra río abajo. Choco con algunas rocas, que me lastiman fuertemente en el abdomen y las costillas, haciendo que gima adolorida.

—¡Andrea! —Escuchó la voz de Mark y lo busco con la mirada; está a un costado del río, camina a paso apresurado mientras me sigue por tierra. —¡Intenta sujetarte de alguna rama o roca!

La corriente me sigue arrastrando de manera feroz, el río está bastante hondo, casi no doy pie, pero al ser arrastrada tan fuerte, no puedo mantenerme y termino tragando agua más de una vez. Intento aferrarme a una rama que encuentro a un costado, pero al agarrarla e impulsarme para salir, esta se parte y caigo nuevamente hundida por unos segundos y una roca golpea mi frente. Nado lo más que puedo para salir a la superficie y tomo una bocanada desesperada cuando lo logro, siento mi cabeza adolorida por el golpe y no puedo ver muy bien.

Mientras avanzo, busco algo de lo que sostenerme, pero las piedras resbalan de mis manos al intentarlo y las ramas terminan partiéndose. Trato de calmarme y pienso que el tonto me ayudará a salir de esta; pero toda calma se va al mirar hacia delante, a unos metros de dónde estoy termina el río y luego no hay nada.

Es una puta cascada.

Siento el corazón latiendo agitadamente y el miedo apoderándose de mí. Intento luchar contra la corriente sin éxito. Mis manos se aferran a una roca y van resbalando, me lastiman las yemas de los dedos pero no quiero soltarla, gruño de dolor al sentir como queman, y finalmente terminan deslizándose hasta dejarme nuevamente a merced del peligro. En un momento de desesperación, busco a Mark con la mirada y lo veo corriendo un poco más adelante de dónde estoy. Solo rezo por que pueda ayudarme.

—¡Mark! ¡Ayúdame!—Grito aterrada lo más alto que puedo.

Cada vez estoy más cerca del borde, de caer, de morir. «¡Dios ayúdame!» Sigo sin poder sostenerme de algo exitosamente, es como si la naturaleza estuviese en mi contra. Siento como el río me succiona hacia abajo, ya estoy en el borde de la cascada. Cierro los ojos en espera de mi final. Ya no hay nada que pueda hacer. Siento el vacío debajo de mí y comienzo a caer, hasta que una mano sostiene la mía y abro los ojos de golpe. Mark está encima mí, tirado en una gran piedra de las que están al borde del precipicio, mientras me agarra con toda su fuerza, ahora, usando sus dos manos. Su cara es de pura preocupación, jamás lo había visto así desde lo de su hermano.

—Mark... —digo en un susurro, lágrimas ruedan por mis mejillas, tengo miedo. —No me dejes caer.

—No lo haré, no te dejaré caer, intenta agarrarte con la otra mano a mis brazos. —Le obedezco y subo mi mano libre donde las suyas. Comienza a empujar de mí hacia arriba y yo trato de ayudarlo usando mis pies, tomando impulso contra alguna que otra roca que sobresale.

—Vamos bichito, ya falta poco. —Gruñe al hacer toda esa fuerza. Poco a poco se arrodilla para poder impulsarme más, y de un tirón me atrae hacia él.

Caemos al suelo, él debajo y yo encima de su cuerpo. Nuestros pechos suben y bajan agitados, sus manos están en mi cintura y las mías a los costados de sus costillas. Comienzo a llorar desconsoladamente con mi cara hundida en su cuello, estaba muy asustada, tenía mucho miedo. No puedo creer que estoy a salvo, pensé que este sería mi fin. Siento una de sus manos acariciar mi cabello delicadamente.

—Shh, tranquila bichito, ya pasó, estás a salvo. —Su tono de voz dulce, logra que mi pecho se caliente de escucharlo.

—Gracias... —Es lo único que logro decir, si no fuese por él ya no estaría en este mundo.

Él besa mi frente y sigue con sus caricias. Yo no me muevo, no quiero terminar este momento; quiero quedarme sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío, el amor que se que no siente por mí, pero que yo estúpidamente aún conservo en mi pecho por más que lo niegue.

Atrapada Con Mi Enemigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora