Epílogo

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                     Ocho meses después

Observo mi reflejo en el espejo frente a mí; mi cabello recogido por partes y el ligero maquillaje en mi rostro. Mi sonrisa delata lo feliz que estoy y no es para menos. Tomo la tela de mi vestido blanco y doy una vuelta observándome completamente. El vestido es simple pero hermoso; es largo hasta el suelo, de mangas caídas de encaje y escote de corazón. Es apretado en la zona de los pechos y luego cae suelto, mostrando mi esplendorosa panza de casi nueve meses.

La acaricio con delicadeza mientras siento como mi pequeño bebé se mueve dentro.

—¿Estás feliz, mi cielo? Mami y papi se van a casar. —Le hablo dulcemente y como respuesta da una patadita que me hace reír como boba.

Hace una semana que está inquieto, o inquieta, no sabemos qué es; Mark y yo decidimos esperar al parto para saberlo. Mi tío ha apostado que es niña mientras que Ava y Ana dicen que es niño.

Sigue apostando con cosas de mi vida.

El sonido de la puerta me distrae de mis pensamientos y veo que entran Ava y Ana corriendo hacia dónde estoy. Han viajado para la boda y acaban de llegar.

—¡Dios, Andrea, estás bellísima! ¡Mira esa gran panza, Ana! —Exclama Ava mientras me abraza con cuidado y luego acaricia mi vientre.

—¡Parece que explotará en cualquier momento! —Dice Ana que también me abraza. —Te ves deslumbrante.

—Gracias chicas, ustedes también están muy hermosas. Las he extrañado mucho. —Hago puchero a lo que ellas sonríen y vuelven a abrazarme.

—Qué exagerada eres. —Rueda los ojos Ava. La verdad es que vienen todos los meses a vernos a Mark y a mí, pero igual las extraño; aunque sé bien que los constantes viajes son por otro motivo, un motivo llamado tío Aaron. Ava y él mantienen una relación a distancia, aunque ninguno quiere admitirlo, pero es más que obvio.

Comenzamos a fotografiarnos y a hacer poses graciosas; amo estar con ellas, son muy divertidas. La puerta vuelve a abrirse y llega mi tío con un impresionante traje azul claro que deja babeando a Ava. Me sonríe mientras recorre mi aspecto y se acerca hasta llegar dónde estoy.

—Estás hermosa, pequeña. —Acaricia mis mejillas con sus manos. —Tu padre estaría dichoso de verte en este momento. —Mis ojos se cristalizan y las lágrimas no se esperan para salir. El embarazo, más la emoción de la boda me tienen muy sensible.

—No la hagas llorar que se le corre el maquillaje. —Regaña Ava mientras me limpia las lágrimas con una servilleta. Él le dedica una mirada de arriba a abajo y luego sonríe pícaro.

—Estás muy guapa con ese vestido. —Veo que se le acerca y le susurra en el oído. —Muero por arrancártelo. —Ava se pone roja como un tomate mientras intenta disimular.

—Te he escuchado tío. —Él me guiña un ojo y se va hacia la puerta.

Descarado.

—Ah, se me olvidaba que venía a algo... Ya te están esperando en el altar. —Mi corazón comienza a latir desbocado al escucharlo y los nervios aumentan.

—¡¿Pero cómo lo dices ahora?! —Le grita Ava y él solo nos lanza un beso y desaparece. —Vamos, ya es hora. —Dice en mi dirección y yo solo asiento.

Caminamos por los pasillos del hotel en que estamos; la boda se celebrará en la playa y luego la fiesta continuará en un salón privado del hotel. Mientras bajamos por el ascensor yo soy toda nervios, juego con la tela del vestido y siento las manos sudadas; no soy la única, pues mi bebé también se mueve intranquilo en mi vientre.

Atrapada Con Mi Enemigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora