Capítulo 23

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NARRA MARK

No puedo estarme quieto desde que ese maldito se llevó a Andrea. Estoy preocupado, tengo miedo de lo que puedan hacerle, la sangre me hierve solo de pensarlo.

—Mark, ¿Puedes dejar de moverte de un lado a otro? Me pones más nerviosa de lo que ya estoy. —La voz de Ava mi saca de mis pensamiento.

—No puedo Ava, no cuándo ella está ahí fuera con esos bastardos. —digo pasando las manos por mi pelo, frustrado.

—¿Y qué piensas hacer? —Pregunta Ana esta vez. Levanto la vista hasta dar con el conducto de ventilación.

—Iré a buscarla. —Respondo decidido.

—Me parece un poco arriesgado, pero tienes mi apoyo. —Me anima Ava con un apretón en el hombro.

—Ustedes deberían venir conmigo, no puedo dejarlas solas aquí. Vayamos todos juntos y cuando la encontremos salimos de aquí.

Ambas están de acuerdo conmigo, por lo que deciden venir también. Corremos los estantes que podemos hacia la entrada para bloquearla y que nos de un poco más de tiempo cuando vengan a pasar revisión. Ana toma la mochila ya que es la más delgada de los tres y tendrá suficiente espacio para poder pasar por el conducto de ventilación sin problemas.

Vamos hacia la rejilla y ayudo a Ana a subir de primera, indicándole que vaya al lado contrario por dónde se subió Andrea en su momento, así cuando yo suba ellas queden detrás de mí y puedo ser el que las guíe. Luego subo a Ava y me río internamente pensando en que si mi bichito estuviese aquí, se enojaría por ser ella la única que ha pasado trabajo para poder subir... Aunque bien que disfrutamos de esa dificultad.

Con todo el impulso que puedo, salto hasta que mis manos se enganchan en la entrada y puedo subir. Una vez dentro, les pido a las chicas que crucen hacia donde estoy y que me sigan. Las guío por donde creo que es, hasta llegar a ver la primera prenda que Andrea dejó, y pienso que fue muy astuta al hacer eso, así es mucho más fácil salir de aquí. Continúo el rastro hasta que veo algo que no me gusta nada. Un hombre en una camilla rodeado de doctores, pero lo peor de la escena es que le están provocando convulsiones con una extraña máquina conectada a un casco. A pesar de haber estudiado medicina, no conozco que maquina es, lo más probable es que sea hecha especialmente para esta situación.

Me inunda la rabia al ver lo que le hacen al pobre hombre y no poder hacer nada para ayudarlo. Decido seguir mi camino y apresurarme, no quiero que nada de esto le pase a mi mujer.

¿Pero qué..? ¿Desde cuándo es tu mujer?

Tú cállate subconsciente... Quise decir Andrea, sí, eso.

—Chicas, pasen rápido y no miren hacia fuera. —Les digo y espero que hagan lo que les dije, por su propio bien.

Seguimos por un largo rato, hasta que vuelvo a ver otra escena espeluznante, pero esta vez para mí no lo es tanto. Otra habitación, con únicamente un hombre, en el suelo rodeado por un charco de sangre. Lo que me alivia y a la vez me alarma, es ver la blusa de Andrea en el suelo, eso me indica que no está atrapada y pudo escapar, pero verla llena de sangre me preocupa de sobremanera; espero que no esté herida.

Una hora más dentro de este lugar, y ya siento que me vuelvo claustrofóbico. Encuentro una habitación llena de comida y pienso que es momento de tomar municiones para el camino. De una patada abro la rejilla que da a la habitación, pero antes de bajar escucho como la puerta se abre. Me asomo con cuidado para observar el interior, y veo a una doctora y a un chico, ambos están de espaldas comiendo algo. Aprovecho el momento para bajar, le hago seña a las chicas para que se queden donde están y yo bajo sigilosamente.

Atrapada Con Mi Enemigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora