Atrapada Con Mi Enemigo ✔️

Capítulo 10

NARRA MARK

Aún puedo sentir mi corazón latir fuertemente. Casi la pierdo; sólo el recuerdo de verla a punto de caer por la cascada, con su rostro lleno de miedo hace que mi pecho se oprima otra vez. No puedo perderla, no quiero y no lo permitiré. Ella siempre ha sido demasiado importante para mí, de una forma retorcida al principio, pero importante en fin. Por más que discutíamos, nos odiábamos y nos hiciésemos la vida imposible, siempre estuvimos para el otro en los momentos difíciles.

Siento su pecho subir y bajar encima del mío, su respiración caliente en mi cuello erizándome la piel. Llevamos así un buen rato, ella no se ha movido y yo tampoco le digo nada, realmente no quiero que este momento acabe. Sigo acariciando su cabeza, ya está un poco más calmada y su respiración ha vuelto a la normalidad.
Veo como comienza a separarse poco a poco, por un momento se detiene y quedamos con nuestros rostros a escasos centímetros de distancia. Nuestros ojos coinciden, veo agradecimiento y un brillo especial en ellos, un brillo que me recuerda a cuando la conocí. Bajo la mirada a sus labios, observo cómo los relame y se me antojan deliciosos.

Quiero besarla.

Muerdo mi labio inferior, en un intento por contener mis ganas de terminar con la distancia que nos separa. Saco esos pensamientos de mi mente y me concentro en sus ojos, aunque se puede sentir la tensión entre nosotros.

—Eh... Yo... Gracias otra vez.—Dice y noto sus mejillas levemente sonrojadas. Se ve tierna, no parece la fiera que es realmente. Yo asiento con la cabeza y ella termina por levantarse y alejarse de mí.

Una vez de vuelta dónde están nuestras mochilas, se me ocurre una idea.

—Hey, ¿qué tal si bajamos? —Veo su cara confundida.

—¿Bajar a dónde?

—Puesto que por ahora no podemos ayudar a Ava y su hermana, estaba pensando en bajar por un costado de la cascada, hasta llegar al lago. Podemos hacer una fogata ahí y bañarnos, verdaderamente lo necesitamos.

—¿Pero no nos alejaremos mucho?

—No, además de que es solo seguir el río para llegar, no hay pérdida. —Ella asiente y comienza a caminar con su mochila puesta, en dirección a la cascada.

Caminamos un rato, la bajada está bastante inclinada, por lo que la ayudo y la sostengo de la mano para que no se caiga. Al llegar abajo volvemos a dejar las mochilas en el suelo. El lugar es bastante bonito, la alta cascada cae al lago con fuerza y se forman algunos pequeños arcoíris. A nuestro alrededor todo es árboles y rocas, veo algunas frutas que luego recogeré.

—Voy a por ramas para hacer la fogata, tú puedes darte un baño mientras tanto.

—Vale, pero ten cuidado, no sabemos si por aquí también hay hombres de esos. —Aguanto una sonrisa al saber que se preocupa por mí y me voy en dirección al bosque.

Camino un rato recolectando algunas ramas secas, y encuentro algo que me hace sonreír. Me agacho y dejo las ramas a un lado, para tomar lo que tengo delante.

Moras silvestres.

Son las frutas favoritas de Andrea, ¿cómo lo sé? Pues hace unos años la molestaba rodándolas de su jardín, para cuando llegara a recogerlas ya no tuviese ninguna.

Recojo todas las que encuentro en el arbusto y me quito la camiseta que llevo puesta para hacer una especie de bolsa y guardarlas ahí. Una vez termino, vuelvo a tomar las ramas para la fogata y encima coloco la bolsa de moras; regreso en dirección al lago para tomarme un baño, que estoy ansioso por quitar toda la suciedad de mi cuerpo.