Capítulo 27

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—¡Mierda! —Maldice Mark por lo bajo. —Vamos Andrea, muévete rápido. —Con su mano en mi espalda baja me impulsa para que apresure el paso y baje las escaleras.

Todo el lugar está completamente iluminado de rojo debido a las luces de la alarma. Ambos corremos escaleras abajo y al llegar abajo vemos que Adam y Luke no están. Observo el reloj en lo alto de la pared y veo que es justo la hora que pactamos, ya deberían estar aquí.

¿Dónde diablos se metieron?

—¡No están! ¡Demonios! —Gruñe Mark mientras observa hacia todas partes con preocupación.

—¡Andrea! —Observo hacia la rejilla de ventilación y veo a las chicas asomadas. —Estamos aquí.

—Chicas, aún faltan Luke y Adam. ¿Qué haremos? —Les pregunto preocupada por los chicos.

—No lo sé, pero no deben quedarse ahí parados, los van a atrapar. —Responde Ava.

—Subamos a los conductos. —Zanja Mark y yo lo observo con el ceño fruncido.

—No. No dejaré a los chicos a su suerte, todos estamos juntos en esto.

Él se voltea hacia mí y con sus manos masajea mis hombros.

—No los estaremos dejando a su suerte, bichito. Ellos no están aquí y no sabemos si están bien. Pero de algo sí estoy seguro, y es de que si nos atrapan a nosotros, el problema será aún mayor. Allá arriba podremos buscarlos y ayudarlos si nos necesitan.

Debo admitir qué por más que quiera quedarme aquí, Mark tiene razón. No debemos complicar más las cosas, y desde los conductos podremos ver dónde están.

—De acuerdo, subamos.

Sin previo aviso, él me agarra por los costados de mis muslos y me levanta hasta que mis manos dan con la entrada del conducto, que ya está abierta desde antes que le dimos el reloj a las chicas. Logro reaccionar a tiempo y agarrarme bien.

Antes de poder impulsarme para entrar, siento los labios de Mark que dan un tierno beso en mi ombligo desnudo, ya que la bata que llevo puesta, al estar solo abotonada hasta la cintura, se ha abierto un poco con su agarre. Agradezco internamente que me esté aguantando, de lo contrario, iría directo al suelo de lo derretida que estoy por ese gesto. No puedo evitar sonreír y recordar todo lo que sucedió hace unos minutos en aquella pequeña habitación, sus besos, toques, gemidos, sus palabras, todo de él.

Joder, Andrea ¿Es en serio? ¿Justo ahora piensas en eso? Concéntrate, que te van a matar por pendeja.

Hago caso a mi subconsciente y alejo esos pensamientos. Mark me ayuda a impulsarme y logro entrar completamente al conducto. Hago espacio para que él pueda subir también y lo hace. Quedo yo de primera debido a que iremos en la dirección por dónde se fueron los chicos. Gateamos unos minutos mientras nos aseguramos de ver por las rejillas hacia afuera.

Nada. Aún no encontramos rastros de ninguno de los dos.

Seguimos buscando por otros diez minutos, cuándo llegamos a una parte del conducto que en vez de seguir recta, va hacia arriba. Una idea viene a mi mente y recuerdo la radio que tomé de la sala de información.

—Chicos, tengo una idea. Sigan en la búsqueda ustedes, mientras yo subo hasta la azotea e intento contactar con Emma y Noah, o con alguien que pueda ayudarnos.

—¿Cómo lograrás comunicarte? —Pregunta Ana confusa.

—Encontramos una radio en el tercer piso, y como aún recuerdo el código que usé para la radio que le di a Emma, puedo ponerlos en la misma frecuencia y con suerte, contactarla.

—Oh, que bien... Por cierto ¿Lograron descubrir algo importante? —Pregunta Ava esta vez y yo asiento, aunque no creo que pueda verme mucho, puesto que está detrás de Mark que a su vez está detrás de mí.

—Así es, descubrimos todo. Que Mark te cuente en el camino. —Respondo.

—Sabía que ustedes podrían hacer algo productivo allá arriba. —Celebra Ana y Mark suelta una pequeña risita para luego hablar.

—Y bien que fue productivo. —Sé que se refiere a lo que hicimos en la pequeña habitación, así que con la punta del pie, piso uno sus dedos. —Ahh. —Protesta pero no deja de reír.

Tonto.

Pero te derrites por ese tonto de solo escucharlo reír.

Touché.

—Sigan en la misma dirección que vamos, yo los alcanzo en cuanto logre comunicar.

Todos asienten y yo doblo en la esquina que lleva al conducto vertical, mientras ellos siguen recto. Escucho un «Ten cuidado» de Mark para luego quedarme sola. Observo hacia arriba cuando llego a mi objetivo y veo claridad al fondo de esta, así que debe llegar hasta la azotea sin problemas.

Debido a que no sólo el conducto va hacia arriba, sino hacia abajo, me quedo de rodillas y, con cuidado de no caer, coloco las manos en la pared metálica que queda enfrente mío. Me voy inclinando poco a poco hasta que levanto la mayor parte de mi cuerpo y mis pies quedan en la esquina del agujero.

Bien Andrea, ahora solo queda poner los pies y comenzar a subir.

Con las piernas temblorosas, logro colocar una y agradezco estar descalza, ya que mi pie se queda fijo en el metal y no resbala. Rápidamente coloco el otro de la misma forma y quedo en una posición bastante incómoda; con la espalda pegada a un lado del conducto y los pies un poco flexionados contra la pared contraria, y las manos pegadas en el metal, a los lados de mis caderas. Tomo una gran respiración y comienzo a subir poco a poco.

Debo hacer mucha fuerza para impulsarme y me pesa todo el cuerpo, las manos me tiemblan y estoy algo nerviosa. Observo hacia arriba y, ¡joder, cómo falta! Continúo con mi arduo intento de subir; pasan cinco minutos y estoy completamente empapada de sudor, las manos me resbalan seguido al estar sudadas también. Pero ya casi llego a la cima, no puedo detenerme ahora. Con toda la fuerza de voluntad que tengo, logro llegar al final del conducto. Con cuidado de no caer, agarro la navaja y abro la tapa metálica que me impide la salida.

Unos segundo después, estoy en la azotea. Observo a mi alrededor, se puede ver gran parte de la isla, excepto por la montaña a muestro lado que obstaculiza la vista a mi izquierda. Sin perder más tiempo, saco del bolsillo de la bata la radio que encontré y comienzo a ponerla en la misma frecuencia que la de Emma. Estiro la antena que lleva en una esquina y hablo.

—¿Emma? Emma, soy Andrea ¿Me escuchas?

Nada.

Por favor, funciona. Funciona.

Sigo intentando cuatro veces más, mientras camino y levanto la radio lo más alto que mis brazos lo permiten.

—¿Andrea?

Mi corazón se acelera al escuchar la voz entrecortada de Emma por la radio. Dejo el brazo en la misma posición para que no se vaya la señal y le respondo con tanta emoción que mi voz sale chillona.

—¡Emma, sí, soy yo!

—Andrea, que bueno saber que están bien. ¿Dónde están ustedes? ¿Cómo conseguiste comunicarte conmigo? ¿Encontraron a la hermana de Ava?

Todas sus preguntas por más que me atormentarían en otra situación, ahora no lo hacen y no puedo estar más feliz de escucharla.

—Es una larga historia. Estamos en un laboratorio secreto. Conseguí una radio aquí dentro y, sí, la encontramos y está con nosotros... ¿Ustedes... lograron pedir ayuda? —Pregunto con un rayo de esperanza en el pecho.


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⚠️Amores de mi corazón. Hoy hay doble actualización. En unos minutos les subo el siguiente. ⚠️

Atrapada Con Mi Enemigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora