10. Lo que se perdió. (7)

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Elisa, quien hizo contacto visual con él, se sobresaltó y salió.

'¿Por qué, por qué todavía no te duermes?'

Era tarde, así que pensó que ya estaría durmiendo. Pensaba entrar silenciosamente y acostarse a su lado.

Su corazón latía rápidamente al ser descubierta en esta situación tan inesperada.

Tenía miedo de que Richard descubriera el por qué lo visitaba por la noche. Sin embargo, también sería extraño el haber venido hasta acá y luego huir. Mientras Elisa entraba en pánico por no poder hacer esto o aquello, la puerta se abrió más y apareció Richard.

— ¿Elisa?

Aunque la luz le estaba dando en la espalda, odiaba ver ese hermoso rostro. Su corazón dolía con tan solo verlo a la cara.

Sintiéndose avergonzada, Elisa preguntó con una voz molesta.

— ¿Por qué no estás durmiendo todavía?

Después de hacer la pregunta, se dio cuenta de lo extraño que era. Había sido ella quien vino hasta acá después de todo. Pero Richard no parecía tener intenciones de cuestionarla.

— No puedo dormir. ¿Por qué estás...?

Cuando estaba a punto de hacerle una pregunta a Elisa, Richard miró el pijama delgado de Elisa y su vientre, torció su rostro.

—Entremos... y hablemos ahí.

Elisa entró en la habitación. Richard acomodó a Elisa en la cama. La miró con ojos preocupados y le preguntó.

— ¿Por qué te despertaste? ¿Acaso te sientes incómoda?

Elisa encontró algo extraña la elección de sus palabras.

Si le preguntaba el por qué se despertó, significaba que él sabía que ella había estado durmiendo.

Pero no podía permitirse el lujo de interrogarlo. Aún tenía que dar una explicación de por qué ella había venido hasta acá a media noche.

— No puedo dormir porque me ha estado pateando todo el rato porque no está su papá, incluso en todo el camino hasta acá fue así...

Elisa puso su mano sobre su vientre y usó una excusa creíble.

Richard frunció levemente su frente y suavemente puso su mano sobre el vientre de Elisa.

De camino a la habitación de Richard el bebé había estado moviéndose con mucha energía, sin embargo, ahora, estaba muy calmado como si nunca hubiera estado molesto.

—Tenía mucha energía hace un rato...

Elisa, que se había convertido en una mentirosa rápidamente, estaba avergonzada.

Richard miró el vientre con preocupación y a Elisa, que parecía estar muy cansada, entonces preguntó.

—Quieres... ¿Qué durmamos juntos?

Elisa asintió ante la sugerencia que deseaba, pero fingió que no era la gran cosa.

Temiendo que el permiso de Elisa acabara, Richard se apresuró a acostar a Elisa, le puso una almohada extra entre sus piernas para que pudiera dormir cómodamente.

Luego, abrazó a Elisa por detrás y los cubrió con una sábana delgada para verano. La sensación del toque era reconfortante.

A parte de poder sentir el palpitar de su corazón, Elisa se sintió aliviada al ser abrazada en aquel amplio pecho. Elisa jugueteó con la gran mano alrededor de su vientre. Y lo llamó.

Me quiero divorciar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora