— Hm...
A la mañana siguiente Elisa, que no pudo dormir bien en la noche, se despertó tarde.
Mientras luchaba por abrir sus párpados hinchados, por el llanto de anoche, vio a Richard, que la miraba con ese hermoso rostro suyo al que nunca se acostumbrá.
Richard acomodó cariñosamente el cabello enredado de Elisa y preguntó.
— ¿Dormiste bien, Elisa?
— Sí...
Elisa parpadeó con sus ojos somnolientos, miró por encima del hombro de Richard hacia la ventana.
El sol de la mañana brillaba a través de la ventana, iluminando la habitación.
Sin embargo, la cantidad de luz solar era inusual.
'Supongo que es un poco más de lo esperado...'
Elisa no tenía un horario específico para hoy, así que no importaba si se despertaba un poco tarde.
Pero no quería que pensaran que la cabeza de la familia Serriot era despreocupada.
— Richard, ¿qué hora es?
El reloj estaba en el buró del lado de Richard.
— Son las once en punto.
Elisa se sentó con un sobresalto al escuchar la hora.
— ¡Voy tarde!
Elisa estaba a punto de levantarse de la cama a toda prisa, pero Richard la agarró y la volvió a dejar en su lugar.
Besó a Elisa en la mejilla mientras pasaba un brazo por su espalda y dijo.
— Debes estar cansada, duerme más. No tienes que cumplir con un horario hoy.
— No puedo hacer eso...
Elisa se detuvo, acababa de recordar algo, se giró hacía Richard y lo miró.
— ¿No dijiste que hoy irías de caza con los aristócratas?
— Ya no.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Quiero estar con mi esposa hoy.
Richard respondió con voz tranquila, pero Elisa se sorprendió.
No es de buena educación cancelar una cita el mismo día.
Además, la cacería del día de hoy era para fomentar la amistad y la armonía entre los nobles, aunque en verdad, es una reunión para halagar a Richard, quien actualmente se está haciendo cargo del Imperio. Sin Richard, el evento no tenía sentido.
Elisa, que le iba a decir que no hiciera eso, se dio cuenta de por qué Richard había cancelado la cita de repente.
Elisa recordó un poco tarde lo que había sucedido anoche.
Elisha se deslizó de los brazos de Richard y lo miró.
— Richard, lo que pasó ayer... Solo tuve una pequeña pesadilla. Así que no te preocupes demasiado.
Richard cortó sus palabras, besando los labios de Elisa, que intentaba fingir estar bien con una sonrisa.
Y agregó.
— Me preocupo. Aunque me digas que no tengo que hacerlo, me importa.
— Lo dije esa vez. Eres mi esposa y estaremos juntos, tanto en los buenos como en los malos momentos.