'Vas a estar bien.'
Mientras se dirigía al anexo, después de terminar su trabajo, la cabeza de Aiden estaba llena de pensamientos sobre León en lugar de Elisa.
Le hizo saber a León, a quién pertenecía la horquilla y que estaba mal el quitarle las perlas sin permiso, también le explicó el por qué el sembrar las perlas no daría flores.
No había pensado en castigar al niño por lo ridícula de la situación, pero sí le hizo saber a León por qué no debería volver a hacer algo como esto.
El niño comprendió lo que le dijo, y León había estado muy triste al saber que había roto un regalo que era para Elisa, pero antes de que pudiera calmar completamente a León tuvo que irse porque algo sucedió. El niño estuvo todo el tiempo en su mente mientras atendía su trabajo.
'Es verdaderamente difícil criar a un niño'.
Cuando llegó al anexo pensando en eso. Elisa y León se estaban lavando las manos cerda de un pozo en el anexo.
Junto a Elisa, Leon sonreía con los ojos brillando como siempre.
Cuando les miró, sintió como si la pequeña espina que había estada enterrada en su pecho desapareciera.
Aiden se acercó a los dos con un paso más ligero.
En ese momento, algo dorado en la cabellera rubia de Elisa se destacó. Lo que le llamó la atención era la horquilla de perlas clavada entre el cabello de Elisa.
Se detuvo cuando lo vio.
Como se había dañado, no quiso dárselo a Elisa. Así que lo puse en la caja y lo dejó a un lado de la habitación.
— ¡Su Santidad!
León, que miró que Aiden que se acercaba, se alegró de verlo e hizo una saludo de bienvenida, señalando con el dedo el lugar donde estaba.
Elisa, que estaba lavando las manos de León con su poder de agua, lo miró unos segundos después.
Aiden no podía apartar los ojos de Elisa y de la horquilla de perlas que tenía en la cabeza.
Los adornos de perlas de las horquilla se volvieron a colocar de una manera un poco descuidada, pero seguía viéndose botita.
Fue aún mejo por el corazón amable de León, que estaba preocupado por corregir sus errores, y porque el corazón de Elisa por León y Aiden era el mismo.
Cuando Elisa notó la mirada de Aiden le preguntó.
— ¿Me queda bien?
Aiden miró a Elisa incapaz de responder fácilmente.
Los ojos de Elisa se entrecerraron en forma de media luna mirándolo.
— Gracias por el regalo, padre.
Los ojos de Aiden temblaron ante el título que escuchó por primera vez en su vida, 'Padre'.
Era un título que pensé que nunca escucharía.
Fue la hija de Yulia y de él quien lo llamó por tal título.
Una leve sonrisa se extendió alrededor de su boca mientras miraba a su sonriente hija.
'Oh, estoy cansada.'
Elisa iba en camino de regreso a la residencia del duque después de aprender con Aiden sobre los poderes de la familia.
Elisa se estiró tan pronto como subió al carruaje.
Le duelen los ojos y se siente cansada, tal vez es porque ha estado muy concentrada durante un rato.