14. El primer Rey, Jenade. (2)

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14. El primer Rey, Jenade.

Los dos codiciaban la calidez del otro, por lo que ni siquiera cenaron.

Elisa estuvo en estasis hasta el amanecer y se quedó dormida como si se se hubiera desmayado.

Sin embargo, Richard apenas podía conciliar el sueño y estaba mirando a Elisa en silencio.

Cuidadosamente cubrió los hombros blancos de Elisa expuestos fuera de la manta.

Aunque la habitación estaba tibia por el calor de la chimenea, ella podría sentir frío porque había sudaba mucho.

En el momento en que estaba arreglando cuidadosamente el cabello enredado de Elisa ella habló.

— Richard...

Elisa murmuró su nombre en sueños, y al encontrar su calor lo abrazó.

Como sino quisiera dejarlo ir, ni siquiera en sueños.

Al mismo tiempo, el corazón de Richard comenzó a latir con fuerza y se aferró violentamente al calor de su toque. Se sintió aliviado cuando la respiración de Elisa volvió a la regularidad.

Pero la calidez de su toque en sus brazos lo estimuló, haciéndole pasar dificultades.

— Hmm...

Después de tragar saliva por un momento, Richard envolvió de nuevo el cuerpo de Elisa en la manta, que se había deslizado fuera de ella debido a los giros y vueltas de Elisa, y nuevamente la abrazó.

Elisa estaba durmiendo tan plácidamente que nada en el mundo podría despertarla.

Sin saber cuánto lo estimulaba ese rostro tan indefenso.

Era una figura atrevida y encantadora al mismo tiempo.

Entonces, de repente, recordó lo que dijo.

"Porque soy tu esposa, haré cualquier cosa contigo. Ya sea en la felicidad o dificultad"

No quiere alejarse de ella. Siente tanto cariño con tan solo verla, incluso cuando la toca, solo quiere tocarla más.

Richard, que miró a Elisa dormida, prometió.

Que ningún peligro puede vencer sus sentimientos por ella. Richard susurró, besando la frente de Elisa como si hubiera perdido.

— Estaré a tu lado, Elisa.

— Te amo.

En ese momento, los párpados de Elisa se agitaron y luego abrió los ojos.

Elisa, que lo miró con ojos aún nublados por el sueño, sonrió y susurró.

— Yo también te amo.

Ante la respuesta que llegó como un regalo inesperado, los ojos de Richard temblaron, y Richard, que miró fijamente a Elisa por un momento, se acercó lentamente y besó sus labios.

Los ojos de Elisa, que habían estado parpadeando lentamente sin poder vencer su somnolencia, estaban completamente cerrados.

Comenzaba otra larga noche.

— Um...

Elisa sintió que la luz del sol brillaba intensamente en la habitación y abrió los ojos fuertemente cerrados.

Frente a ella, como de costumbre, Richard estaba durmiendo con ese hermoso rostro suyo.

'¿De quién es este marido, cómo puede lucir tan guapo desde la mañana... espera no, desde la mañana?'

Me quiero divorciar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora