7. Elisa Loengrin
Al día siguiente Elisa llegó al templo sola, sin Olivia.
Había caballeros que la acompañaban, pero a los que portaban armas no se les permitía entrar al templo, por lo que se mantuvieron esperando frente al templo.
Solo Anne entró junto a ella al templo.
Elisa se dirigió directamente a su destino hoy, sin deambular por el templo.
Este es el camino por el que Aiden suele pasar para ir a rezar a la sala de adoración central.
Después de un tiempo, Aiden llegó.
'Revisé todo el programa de servicios para fingir que era un encuentro accidental'
Aiden dudaba de su sinceridad de querer ayudar.
Elisa estaba dispuesta a intentarlo hasta que su corazón le pareciera genuino.
Cuando estaba pensando en qué hacer para lucir natural, vio una maceta cercana.
La planta que estaba en la maceta se miraba triste y marchita, quizás no la han regado adecuadamente.
— Que lástima...
Elisa recogió su vestido y se puso en cuclillas frente a la maceta.
Era lamentable que una pequeña flor floreciera sola y se marchitara sin ser vista.
'¿No se recuperará si le doy agua ahora?'
Elisa, que estaba levantando la flor marchita con la mano, llamó a Anne a su lado.
— Anne, ¿puedes traer un poco de agua del manantial de la entrada?
— Sí, señora.
Anne desapareció directamente hacía allí. Elisa, que estaba observándola partir, se giró hacia la maceta nuevamente.
Pero algo extraño sucedió.
— ¿Eh?
La tierra de la maceta, que había estado seca hasta hace un momento, ahora estaba húmeda como si hubiera absorbido agua.
'Esto estaba húmedo desde el principio. ¿Lo vi mal?'
Mientras Elisa se preguntaba confundida por lo sucedido, pudo sentir una presencia cerca.
Girando la cabeza, vio que Aiden se acercaba hacía ella.
Elisa se levantó de un salto, sonrió y miró a Aiden con una sonrisa.
— Hola, Santo Padre.
— Buenas tardes, señora. ¿Qué le trae por aquí hoy?
Al pensar en los eventos de ayer, puede que no esté feliz, pero Aiden trató a Elisa con una sonrisa amistosa, como cuando la vio por primera vez.
Elisa respondió con una sonrisa.
— Vine a rezar hoy.
— Ajá, ya veo.
Elisa esperaba que Aiden le hiciera preguntas como "¿Qué oración viniste a ofrecer?"
Pero hoy, como ayer, él traicionó por completo las expectativas de Elisa.
— Oro para que Dios escuche tu oración.
— Entonces voy a adorar. Adiós.
Aiden, igual que antes, con un rostro y una suave sonrisa, cortó firmemente la conversación y pasó al lado de Elisa.