[12]

50 10 0
                                    

Dos semanas después ya volvía a la casa en la ciudad, luego de recuperarse, aunque no totalmente al menos podía movilizarse un poco más y caminar un poco. Estaba agradecido, porque sí, la señora Brando resultó ser muy cariñosa, le recordó un poco a su madre, le enseñó muchas cosas y no se tomó a mal la relación que llevaba con su hijo, y aunque le dijo que con que le ayudara en el hospital era suficiente ella recalcó que se quedaría hasta que él estuviera completamente recuperado, y que tampoco le molestaba cuidar de su nieta; Dio también ayudaba, incluso pensó que se preocupaba más por él que por la niña; no tenía de qué quejarse, bueno si no pensaba en el pasado. 

─ ¿Cómo conociste a mi hijo? ─ preguntó sentándose junto a él mirando a la pequeña jugar con el cabello rojizo 

 ─ Bueno...─ no muy gratos recuerdos pasaron por su mente, así como la confusión que aún existía sin poder estar seguro de que fue exactamente lo que había pasado esos oscuros días, quizá quería hablar con él desde el inicio, pero apenas ese día se habían quedado solos, puesto que el rubio retornó a su trabajo 

─ Cuéntamelo, te creeré todo lo que me digas─ sonrío 

 ─ ¿A q-qué se refiere? ─ titubeo 

─Bueno, primero permíteme contarte mi historia ─ su sonrisa se fue apagando ─ Nací en una familia muy pobre, mi padre era de aquí pero mi madre era estadounidense, los deportaron y tuvieron que venir acá, yo apenas era una niña cuando ellos murieron, los mataron por tener muchas deudas... entonces quede en la calle, fui una mendiga hasta los doce, ahí conocí al padre de Dio... bueno... más bien él me secuestró ─ susurró lo último ─ Él tendría unos 20 años y trabajaba en ese negocio absurdo de las mafias, me había secuestrado para entregarme a sus jefes pero terminó por llevarme a su casa, me obligó a casarme con él, y cinco años después finalmente se retiró de la mafia y tuvimos a Dio... Bueno...─ se pausa unos segundos ─ puedo decir que es mi culpa por la que Dio es como es... no tuve agallas para arrancharlo de la horrible mano de su padre... si bien no fue a la mafia lo involucró con pandillas y políticos corruptos... además de que muchas veces miro como su padre ebrio me golpeaba ─ su voz se quebró y algunas lágrimas empezaron a rodar por su rostro ─Y a veces abusaba de mí, frente de él... lamento tanto que Dio haya crecido en un ambiente tan hostil─ 

Se quedó en silencio escuchando el relato, vaya así que por eso y muchas cosas que de seguro solo sabe él tiene esa actitud... suspiro, no podía consolarla por tener los brazos ocupados ni tampoco sabía cómo podría hacerlo, en ese momento solo tenía ganas de tomar una maleta y huir con su hija, no quería que ella viviera lo mismo... ─ ¿Por qué no escapó nunca? ─ 

─ No tengo otro lugar al que ir... desconozco si tengo más parientes... de todas formas si me fuera, rompería la promesa que le hice a Dios cuando me casé con Darío... ─ 

Además, era religiosa... se amarraba junto a ese hombre solo por esa boda... estaba asustado, si bien ellos no se habían casado en una iglesia tenía miedo... ¿Qué haría Dio si escapaba? ¿Lo encontraría? 

─ Fuiste la primera persona en escuchar mi historia... ─ seco sus lágrimas con una media sonrisa ─ ¿Qué hay de ti? ─ 

Trago fuerte apartando la mirada ¿está bien que la bebé lo escuchará todo eso? ─ Llamare a una empleada para que la cuide, no quiero que escuche nada más ─ se puso de pie y fue a la puerta 

Asintió y esperó en silencio unos minutos. 

 ─ Tienen prohibido venir a esta habitación, no podrán estar cerca a menos de que yo lo diga, avísale a todos ─ 

 ─ Sí, señor ─ 

Cerró la puerta de la habitación y volvió a sentarse junto a ella ─ Todo empezó... ─ conto todo lo sucedido en un tono serio y sin quebrantarse, algunas cosas no las contó por obviedad, incluyendo de su corto romance con el pelinegro, aunque hubo muchas que se le hicieron confusas en su propio relato ─ Y ahora... Continuó confundido respecto a si se trata de quien me secuestro o es otra persona, así como aún no puedo comprender del todo como puede traer una vida, admito que en este momento no detesto a su hijo... pero no sé si... sí puedo decir que lo quiero... ─ apartó la mirada 

 ─ Discúlpalo ─ tomó las manos frías de este ─ Puedo comprender quizá un poco por lo que pasaste, pero, estoy segura de que si él fue quien te hizo daño no lo volverá a hacer ─ medio sonrío ─ Y si él no fue, puedo decirte que mi hijo te ama, hace unos días me contó el miedo que sintió la vez que te desmallaste y lo último que ocurrió─ una risa escapó de sus labios ─ Casi lloro cuando me lo dijo, por eso puedo asegurarte de que se convertirá en un hombre diferente por ti ─ 

─ ¡! ─ se exaltó levemente al escuchar aquello sonrojándose sutilmente, quizá eso era un poco cierto, pero aun así eso no asegura un futuro seguro, si bien últimamente tenía más libertades que antes... ¿Qué le aseguraba la total libertad? 

 ─ De todas formas, no te obligaré a que te quedes con él, ahora que todo está más calmado en cualquier momento podrías volver a Japón, ahora mismo hay una Fundación que los ayuda─ 

─ ¿En serio? ─ 

 ─ Por supuesto, afuera ya nada es tan malo, aunque aún existe un poco de racismo, pero dudo que haya eso en tu país ─

Su corazón dio un saltó por aquello... había forma de volver luego de tantos años ─ ¿Por qué me cuenta esto? ─ 

 ─ Porque no quiero que tengas una vida infeliz como la mía, amo a mi hijo más que nada, pero aun así también pienso en ti y en esa niña ─ 

 ─ Muchas gracias... lo pensaré un poco─ ladeo el rostro con una pequeña sonrisa  

¿Esto Realmente Es Amor? •|Diokak|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora