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Cuando llego a casa lo primero que hizo fue ir a ver a su hija, seguro que estaba muy afectada, golpeo la puerta ─Hija, soy yo, abre la puerta─ había escuchado a los empleados decir que no le abría a nadie y que estaba furiosa, la puerta se abrió casi al instante

─ ¡Padre! ─ abrazo al pelirrojo llorando nuevamente ─ ¡Dime que todo es mentira! ¡Que mi papá esta bien!

La abrazo fuertemente también, avanzaron hasta la habitación y cerró la puerta tras él, su vista se nublo ─Lo siento mucho Sayuri, pero tu papá ya no está con nosotros─ explico

─ ¡No! ¡No! ¡Esto debe ser una pesadilla! ─ grito intentando no creer en la realidad

─Me siento igual que tu hija, pero no hay nada más que podamos hacer─ suspiro ─Solo nos queda su apellido y debemos cargar como tal, no lo decepcionaremos ¿de acuerdo?

Asintió levemente

─Se que no te sientes bien pero debemos ir a despedirlo... ¿Podrías vestirte?

Volvió a asentir ─ ¿Qué paso con la abuela?

─Ella se está encargando de esas cosas, nos está esperando

─Me alistare, no tardo

─De acuerdo, discúlpame por no poder hacer nada, lo siento─ beso la frente de esta y abandono la habitación, dirigiéndose a la suya.

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Cuando llegaron a la funeraria ya había mucha gente, incluso más de la que pensó. Antes de entrar mucha gente se acercó a darle condolencias, otros solo lo miraron extraño y comenzaron a susurrar, esa minoría se extendió rápidamente, no quería escuchar tonterías, así que paso, ya había llegado el ataúd por lo que veía, al inicio estaba su suegra, seguía recibiendo condolencias hasta que llego con ella.

─ ¡Noriaki, hijo mío! ¡Mi niña! ─ recibió a ambos, hace mucho que no los veía

Saludo a la castaña con un abrazo, estaba acostumbrado a que lo nombrara así, por lo que no dijo nada ─Lo siento mucho─ dijo casi susurrando

─Yo también lo siento, sé lo mal que te debes de sentir peor ahora que estaban tan cerca de renovar sus votos, ni siquiera yo puedo comprender quién ha sido el que le ha arrebatado la vida a mi hijo ¡Era tan joven!

Le miró llorar, pero no dijo nada más, aún todo en su mente conflictuaba.

─Amo, traigo noticias─ interrumpió

─Vamos adentro─ dijo y se adelantó a una de las habitaciones que había en el sitio ─¿Qué ocurrió?

─Al parecer todo fue planeado, alguien iba con intenciones de matar al amo, porque las otras cuatro personas que murieron trabajaban en oficinas cercanas o era la secretaria

─ ¿Ninguno se salvo?

─No, al parecer a todos los hirieron mortalmente, la policía sigue investigando

─ ¿Y Dio?

─Recibió cuatro balas, una en el pecho, otra en el hígado, otra en el tobillo y una en la pierna, la autopsia revela que fue la del hígado la que lo mato, las demás no eran mortales

─Ya veo...─ analizo un momento la situación intentando pensar fríamente ─Tengo sospechas... que se eleve la seguridad en la casa, pero por el momento aquí y en el cementerio, especialmente para la madre de Dio, mi hija y mi persona

─A sus órdenes ¿Algo más?

─No, es todo, gracias─ se despidieron y volvió a la sala principal, por alguna razón habían llegado los medios, llamo a otro empleado y prohibió la entrada de estos, no tenía el tiempo ni ánimos para responder preguntas. La gente empezó a murmurar más, que molestia.

─ ¿Quién es él?

─Escuche que el esposo del Sr. Brando

─ ¿Cómo? ¿El Sr. Brando gay?

─ ¿Esposos? ¿Estas segura?

─ ¡Si! Y esa niña es "su hija"

─Debe ser mentira, que toda la fortuna del Sr. Brando la herede una adoptada

─El Sr. Brando no era gay, una vez se acostó conmigo

─ ¿Enserio? ¿Y cómo era en la cama?

─Yo no creo que tremendo hombre se eche a perder

─Además, él ni siquiera es tan guapo, el Sr. Brando se merecía algo mejor

─ ¡Es japonés! ¡Qué horror!

─ ¡Que desperdicio!

Se harto de escuchar eso y se fue a sentar en otro lugar, no quería abrumarse más con tonterías, al menos no mientras estuviera ahí.

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De la funeraria pasaron a una iglesia junto con los otro cuatro empelados que habían fallecido, él no creía en la iglesia y mucho menos su esposo, sin embargo, el jefe de este insistió y terminaron por ir allá antes del cementerio. Ese lugar le trajo recuerdos, y es que hace tantos años ahí mismo, había sido el único que llevo a enterrar a Jotaro. Solo que ahora estaban ahí para enterrar a Dio, acompañados de mucha gente, la gran parte gente hipócrita y metida.

El momento que quizá más le dolió fue cuando miró por última vez el ataúd antes de que lo enterraran, fue doloroso, sintió como si su corazón se estrujara en el pecho, como si algo o lo último que tenía se rompiera, quiso mantener la calma, quiso no llorar delante de esa gente, quiso pensar que podría levantarse, que quizá... no... no, no, no podía, no más.

Y aunque sus lágrimas en ese momento no brotaron las guardo para después, para cuando esté solo, como siempre lo estuvo. Y así fue, la gente se retiró de a poco, todos decían "lo siento o mis condolencias" pero eso no le devolvía a su esposo, no le devolvía al padre de su hija o al hombre que despertaba con él cada mañana, ni el calor de sus abrazos, ni el sabor de sus labios, nada ni nadie, se lo devolvería, jamás. ─ ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ─ exclamó llorando solo mientras empezaba a llover.

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Ese día llego a la casa muy tarde y no tuvo ánimos para comer, ni bañarse, ni nada, solo se cambió y se recostó en su cama; podía claramente percibir el aroma de él sobre la almohada, aun no comprendía por qué apenas esa mañana lo tuvo a su lado y ahora estaba solo. Sería difícil superarlo. 


En ocasiones quiero terminar pronto con esto, no me refiero al fanfic, sino a mi vida.

¿Esto Realmente Es Amor? •|Diokak|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora