[Extra 6]

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Como en cualquier otro año Noriaki preparaba sus cuadros, guardandolos de manera especial para que no se arruinaran en su viaje, dispuesto a exponerlos en un museo en Lyon, Francia. Cuando volvió a retomar sus pinturas empezó por exponerlas en su pueblo y en la ciudad de Londres, pero con el tiempo pudo irse expandiendo, llendo a varios países como eran; Dinamarca, Noruega, Alemania y Suecia, un par de veces fue a su tierra natal, Japón, sin embargo, donde más parecían apreciar su arte era Francia, mismo país de origen de su mejor amigo Jean Pierre Polnareff, quien conoció en uno de sus tantos viajes al país del amor.

En un inicio sus viajes debía hacerlos acompañados de su esposo y su hija, su pareja iba para apoyarlo cuando no podía estar con la niña y centrarse completamente en sus obras y la exposición de las mismas, que vaya era un largo papeleo sin importar donde fuera; aun así, con el paso de los años y lo rápido que crecía su pequeña, con el tiempo podía llevarla o dejarla en casa sin tanto problema, incluso en algunas ocasiones fue con ella a las exposiciones, desde niña pareció muy interesada por el arte aún sin saber mucho de el. Por lo que, ahora que se dirigía a Francia, y su pequeña ya tenía catorce años, pudo viajar solo, su pareja insistió en acompañarlo, por el hecho de todo lo que llevaba y seguridad pero terminó convenciendolo para que se quedará en casa, después de todo, Dio era un hombre muy ocupado y aunque este le decía que siempre tenía tiempo para él, Noriaki sabía que eso no era del todo cierto.

Ya en el aeropuerto con todos sus cuadros en el respectivo avión y sus maletas, se detuvo antes de arribar el avión para despedirse de los amores de su vida; tomó a su ya no tan pequeña entre sus brazos, mirándola sonrió, era una señorita hermosa, de mediana estatura con una sonrisa siempre en su rostro —Cuidate mucho mi niña, volveré pronto

—No te olvides de traerme regalos, padre— sonrió correspondiendo el abrazo del pelirrojo

—Nori ¿estás seguro de-

—Dio, ya hablamos de esto— miro al rubio que se veía sumamente triste, como si se despidieran para siempre o algo asi

Suspiro —Lo se, solo intentaba convencerte

—Tranquilo, volveré pronto— sonrió acariciandole con su mano libre la mejilla —Cuida bien de Sayuri ¿si?

—Eso no debes pedírmelo, mientras tenga vida cuidare de ella— sonrió tomando a la pelirroja de los hombros

—Más bien cuidate tu padre, estarás solo por allá, más le vale al tío Polnareff no dejarte solo, apenas llegue lo llamaré— dijo seriamente

Se rio —Tranquila, sé que todo irá bien, yo los llamaré apenas llegue

—Cierto, saluda a él y su familia de mi parte

—¡De la mía también! Preguntale cuando va a visitarnos

—De acuerdo— sonrió escuchando que llamaban a abordar su vuelo —Bueno, nos veremos pronto

Los tres se abrazaron fuertemente y se despidieron, serían exageradamente unas tres semanas separados.

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Cuando Noriaki llegó a Lyon fue recibido en el aeropuerto por Polnareff y Malena, como en otras ocasiones ellos se habían ofrecido a darle estancia en su casa mientras duraba su exposición, su relación con la pareja era excelente, así como con el hijo de ellos, decía que era su sobrino y aquel hermoso niño siempre le decía que era su tio favorito, aparte de la hermana del francés por supuesto, esa relación era casi como la que su hija sostenía con su amigo, le alegraba mucho que fuera así, porque apreciaba tanto a Polnareff como si fuese el hermano que nunca tuvo.

¿Esto Realmente Es Amor? •|Diokak|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora