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Finalmente, llegó el momento que temía y a la vez lo emocionaba, la operación que permitiría conozca a su segundo hijo, tenía temor porque, la primera vez además de ser una gran sorpresa fue extremadamente doloroso el primer mes y a su vez, no tenía a su esposo para que esté pendiente de todo lo que necesita, lo cargue o le de un masaje, estaba literalmente solo, por suerte su suegra estaba ahí, pero ella tampoco estaba joven como en ese entonces, incluso se veía más arruinada y supuso sería por todo lo sucedido. Lo ingresaron a la sala de cirugía y lo durmieron, esperaba que todo saliera bien.

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—Nori, cariño, despierta

Escuchó una voz dulce cerca de él, una voz que distinguía claramente, abrió sus ojos con bastante lentitud ¿Lo que estaba viendo era cierto?

—Tienes que ver a nuestro hijo, es precioso

—¿D-Dio?— susurro con la voz temblorosa, apenas y la anestesia empezaba a despertar de su cuerpo, por lo que no estaba seguro de si lo que veía y escuchaba era cierto; a su lado, junto a la ventana, estaba el rubio mirándolo con una sonrisa, sus ojos se llenaron de lágrimas, quería ponerse de pie y acercarse, abrazarlo y decirle lo mucho que lo extrañaba, pero no podía mover ni sus manos —Y-Yo...

—Eres el niño más hermoso que he visto

Esta vez escuchó la voz de su suegra y la risa de un bebé, volteo a mirar hacia el otro lado casi al instante, no podía ver al niño pero, si la castaña lo sostenía en sus brazos es porque todo estaba bien, medio sonrio y volvio su mirada a la ventana, pero allí, ya no yacía nadie, parpadeo varias veces pensando que se estaba quedando ciego o algo por el estilo —¡Dio! ¡Dio! ¡¿Dónde estás?! — movió su cuerpo con todas las fuerzas que tuvo para buscar en toda la habitación con su mirada, pero no había nadie

Escucho los gritos del pelirrojo alarmandola, se acercó hacia él —Hijo tranquilo— dijo buscando calmarlo —Dio no está aquí, pero si lo estuviera estaría muy feliz, el niño nació muy bien ¿Quieres verlo?

Miro a la castaña, escucharla decir eso lo entristecía aún más, entonces ¿Se estaba volviendo loco? ¿Tanto que podía ver y escuchar a su difunto esposo como si estuviera vivo?; sus lágrimas rodaban una tras otra, asintió levemente, la contraria lo acercó más, lentamente acerco sus brazos para tomar al pequeño, ya teniendolo en su pecho lo miró, y lloró más ruidosamente.

—¿Por qué lloras? ¿No te hace feliz verlo?— le acarició el brazo buscando calmarlo

—S-Se... parece mucho a él— acarició con sus dedos temblorosos al niño, tenia unos escasos cabellos rubios, así como sus pequeñas pestañas, poseía sus violáceos ojos, una piel tan clara que lo hacía ver pálido, una dulce sonrisa alumbraba su tierno rostro

Asintió sonriente —Es una hermosa mezcla de ambos, este niño será precioso te lo aseguró

Sonrió aún con lágrimas —Gracias por estar aquí, no quería molestarla

—No es ninguna molestia, no cuando se tratan de mis hermosos nietos, además, ni pienses que te dejaré solo, ayudaré en lo que pueda

—Muchas gracias— dijo sinceramente

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A diferencia de su primera hija, esta vez solo estuvo en el hospital dos semanas y fue dado de alta, volvió a casa y pasó la mayoría de días más en cama que cualquier otro sitio, contrató una niñera para que le ayudará con el pequeño rubio, únicamente en las mañanas, ya que en las tardes su hija podía ayudarle.

La llegada del bebé le había devuelto la vida, si bien, la mayor parte del embarazo paso triste por la aún dolorosa falta de su esposo, ahora con ese pequeño en sus brazos y alegrando sus días podía ver la vida de otra manera, tenía más ganas de levantarse cada dia por el hecho de que en su cama había un dulce ángel acompañándolo, quería recuperarse pronto para poder jugar con él y llevarlo en sus brazos a todos lados, sin dudas ese pequeño le regreso las ganas de vivir. 

¿Esto Realmente Es Amor? •|Diokak|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora