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Luego de gastar el dinero que había ahorrado para su fuga en un espacio en el cementerio de aquel pueblo, volvió a la casa, ya estaba muy oscuro cuando volvió su tiempo libre había terminado hace mucho así como llevaba sus ropas manchadas de sangre, estaba mojado por la lluvia y con los ojos hinchados, supuso obtendría un castigo... pero más que asustado estaba triste, Jotaro había sido su amigo durante ese tiempo, alguien con quien conversar sin miedo y también algo más, sin embargo debía enfrentar que estaba solo, una vez más, como al principio, su vida estaba llena de desgracias y realmente quería morir ¿Por qué debía volver? ¿Por qué no huía y aprovechaba la oportunidad? No pudo responderse porque cuando se dio cuenta estaba frente a la gran puerta, ingresó y una empleada lo recibió asustada

─¡Joven ¿Qué le ha sucedido?! El amo esta muy preocupado por usted─

No supo que decir y al parecer el ruido de la puerta llamo la atención porque pronto vio al rubio caminando hacia él

─¿Noriaki? ¿Qué paso?─

Su voz sonaba preocupada ¿No iba a reprenderlo?

─¿Alguien te atacó? Dime quién fue y me encargaré ahora mismo─

No pudo decir nada y nuevamente se puso a llorar, su mente estaba tan afectada que no sabía que hacer. Pensó recibir un golpe o lo que sea pero no fue así, pronto sintió los brazos del mayor abrazándolo, intentando consolarlo... ¿Enserio estaba pasando eso?

─Vamos, primero debes cambiarte, puedes contarme que sucedió después─

Luego de una ducha y comida, sintiéndose de alguna manera mejor pudo contarle al rubio lo que sucedía, obviamente, solo le conto que era un amigo que solía ver, y pronto lo encontró muerto, que no supo cómo reaccionar y que fue a enterrarlo porque no tenía familiares ahí, Dio pareció entenderlo por completo y le devolvió el dinero que había gastado, le dijo que no se preocupará que nadie lo tocaría a él mientras viviera y que por supuesto si volvía a suceder algo así se lo contará para que no volviera a pasar.

Dos días después se entero de que los dueños de aquella imprenta habían muerto, todos decían que había sido un accidente pero el pelirrojo dudo, no fue un accidente estaba casi seguro que había sido por influencia de Dio ¿Cuánto poder tenia para matar a dos personas como si nada? Pensarlo lo aterrorizó ¿También iba a matarlo?

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Transcurrió un par de meses cuando volvieron a la hacienda, aún su luto por el pelinegro se hacía presente, aún así el rubio parecía intentar animarlo de cualquier forma y pensó que la mejor manera sería "tomar un poco de aire fresco".

Era verano, en la hacienda había extensiones de hectáreas de diferentes frutas y vegetales, así como de rosas, si se recorría el lugar podría decir que no terminaría en un día, le parecía infinito, intento ver si algún lugar se asemejaba a el sitio por el que corrió para huir y no encontró ninguno similar, llegado a ese punto pensó que Dio definitivamente no era el tipo que lo abusó tantas veces ¿Pero entonces como había llegado ahí? Por más que tuvo la duda no quiso preguntar.

Cierto día estaba sentado en algún lugar de la extensa hacienda mirando hacia la laguna, habían pasado siete meses desde que había muerto Jotaro, no sabía por cuánto tiempo estaría ahí ni se realmente era libre, pero siempre tenía buena comida, los empleados le trataban bien, podía ir a donde quisiera mientras le avisará al rubio, y su relación con él había escalado mucho, no sabía si él estaba casado o tenía alguna pareja porque no le había visto con nadie hasta ahora, además de que era muy cariñoso con él, en un principio fue raro pero con el tiempo se acostumbro; escucho unos pasos acercándose casi por reflejo volteó ─¿Dio?─

¿Esto Realmente Es Amor? •|Diokak|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora