Capitulo treinta y cuatro

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Doy media vuelta en la cama, buscándolo pero me encuentro con que estoy sola, el lado se encuentra frio, de inmediato abro los ojos ¿Dónde esta? Aun es de noche, deduzco. Con una mano me reincorporo en la cama y con la otra me aparto el pelo de la cara. Salgo de la cama y el frio suelo me recibe y un escalofrio me corroe. Cubro mi desnudes con lo primero que veo; un tshirt de él y voy en su búsqueda, lo encuentro sentado en el sofá más grande en medio de la oscuridad, solo la luz de la luna que se filtraba por el ventanal iluminaba la estancia.

Me acerco sigilosamente hacia él, luce pensativo, mira un lugar en específico pero no sé que es.

—¿Qué haces aquí?

Nisiquiera se inmuta, pensé que había sido sigilosa pero mi voz y mi presencia no lo asustaron como pensé que podría pasar, es como si hubiese estado conciente de que estaba ahí antes de hablar. Tomo asiento a su lado y solo entonces me mira.

—Pensando—responde con simpleza.

—¿Y puedo saber que pensabas?

El suelta un sonoro suspiro y coloco mi mano sobre la de él.

—En lo que paso esta noche, en toda mi vida...—hace una pausa—En ti y en mi—añade.

Trago saliva fuerte, ya no estoy tan segura de saber que pensaba.

—Ya te dije que no fue tu culpa...

—Si que lo fue—me interrumpe—Aunque digas que no, lo fue y me siento tan impotente por no haberlo podido evitar.

—No fue tu culpa—le repito para que le quede claro—Y tu no podías saber que algo como eso pasaría. Deja de culparte.

—Ya estoy harto de todo, no pienso seguir con mi vida como la llevo hasta ahora—prosigue y no lo interrumpo—Estoy cansado de guardar las apariencias solo por mantener a otros felices mientras yo no lo soy. Estoy cansado de la presión de mi padre y de toda la mierda que rodea mi vida. Quiero al fin poder hacer lo que quiero, ser libre y mandar todo al carajo.

Sigo en silencio, su declaración me ha dejado muda.

—Y quiero hacerlo contigo a mi lado Amanda porque...—su penetrante mirada me traspasa y mi corazón va a mil por horas—Porque te amo, me he enamorado de ti, algo que pensé que no sucedería paso.

Creo que debo de estar soñando ¿Escuche bien? ¿El acaba de decir que me ama? Juro que siento una descarga por todo mi cuerpo y mi corazón ir la triple, tanto que llega a ser molesto. El me observa en espera de una respuesta pero mi cerebro y mi boca no cooperan. Pasan unos segundos en los que solo nos miramos.

—¿Tu... Tu me... tu me amas?—tartamudeo como estúpida cuando al fin encuentro mi voz.

—Si, te amo con toda mi alma—confiesa—Y es que como no hacerlo con esa sonrisa que me quita el aliento, con esos ojos que me dejan suspendido en el aire, con esa dulzura y ternura que sacan lo mejor de mí. Amanda eres lo mejor que me ha pasado, desde que llegaste a mi vida la cambiaste por completo, me hiciste ver que no todo era blanco y negro, le diste luz a mi vida.

Mi pecho esta embargado de felicidad en su estado más puro. Siento los ojos llenos de lagrimas y sin pensar me lanzo a sus brazos, tomo su cara entre mis manos y lo beso con todo el amor que siento hacia él. De inmediato me devuelve el beso con la misma intensidad, es un beso cargado de amor, no lo que logran decir las palabras lo dice ese beso.

Sus manos viajan a mi cara, interrumpe el beso y se aleja unos centímetros.

—No llores—musita y con sus pulgares limpia los restos del agua salada que brota de mis ojos.

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora