Capitulo ocho

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Alguien está tirando de mi pie y me está llamando pero me niego abrir mis ojos. ¡Dios que no griten, mi cabeza explotara! De repente dejan de tirar de mi pie y ya no me llaman. Genial. Los rayos del sol golpean directamente en mi ojos lo que provoca que mis ojos se aprieten y me tape con la sabana hasta la cabeza ¿Pero qué diablos?

—Amanda, ya sé que estas despierta—era mamá, lo sabía, solo ella era capaz de semejante acción, gimotee en protesta pero permanecí igual.

—Vamos, arriba señorita—la sabana que cubría mi cuerpo fue arrebatada de repente.

—¡Mamaaaa!—grite y de inmediato me arrepentí. Mi cabeza. ¡Ay Dios!

Mis ojos se fueron acostumbrando poco a poco a la luz y la encontré parada al pie de mi cama con cara de pocos amigos. Lo que me faltaba. Suspirando llevo ambas manos a mi cabeza. Duele.

—Levántate—ordeno. Oficialmente esta enojada.

—Mamá me duele la cabeza horrible, no grites por favor—le suplique mientras me sentaba en la cama.

—No estoy gritando pero claro que a ti te lo parece y no es para menos jovencita ayer tomaste demasiado—

—¡Claro que no!—me defiendo inútilmente.

Su mirada se vuelve más severa.

—¿Me estas llamando mentirosa jovencita? ¡Por Dios si te tuve que traer a tu cuarto con ayuda de James y Pet!—eso lo recuerdo vagamente— Y no dejabas de balbucear cosas—eso llamo mi atención ¿acaso dije algo de lo que paso anoche?

—¿Qué decía mamá?—pregunte temerosa.

—Repetías lo mismo; está mal pero se siente tan bien y luego reirás sin parar. Amanda espero que hayas estado hablando del alcohol—su mirada acusadora esta puesta en mi ¿en serio dije eso? ¡Ay por Dios!

—Mamá no se de que hablaba, como dices estaba borracha y balbuceaba cosas—espero y me crea.

Su mirada sigue en mi hasta que termina asintiendo.

—Bueno. Necesito que te levantes ya esta bueno de estar en la cama, son las doce del medio dia—mis ojos se agrandan—Si, son las doce. Voy a ir a casa de Margaret con Litsy y Megan llagaremos entrada la noche, te deje un poco de sopa, jugo, tostadas, café y una pastilla para el dolor de cabeza—

—Eres la mejor madre de todas por eso te amo—le tiro un beso—Gracias mami.

—Con eso no harás que olvide lo de anoche— y sin más sale de mi habitación. Suspiro mi madre puede ser un amor pero cuando se enoja hay que temerle.

En el  silencio de mi habitación me quedo observando un punto fijo a mi mente viene los recuerdos de la noche anterior, aun no me lo creo, me bese con Andres ¡soy una bitch! Es un hombre casado, es mi profesor y me bese con el. La noche no hizo más que empezar tras ese beso después de eso todo se volvió un caos me sentía tan culpable y miserable que termine tomando como una loca no me importo que los chicos intentaran que lo dejara yo simplemente no pare, no podía y cada vez que miraba hacia el segundo nivel ahí estaba el, mirándome y eso me ponía en un estado de catástrofe y es que con solo una mirada de ese hombre mi cuerpo reacciona y no recibe órdenes, en mas de una ocasión  tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no terminar en el VIP y hacer una tontería. Aun es mi estado de embriaguez me dije que no podía hacer ni pensar esas cosas así que decidí por seguir la noche como la tenía planeada; bailando y tomando con mis amigos al cabo de un par de horas después volvi a mirar hacia donde el estaba y no había nadie. Se había ido. Un sentimiento no muy grato se había apoderado de mi y le dije a los chicos que nos fuéramos, eso fue todo, esa fue mi noche.

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora