Capitulo Veintiuno

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Cuando entro a casa veo por la ventana como Andres pone el carro en marcha, sonrió, siempre hace lo mismo, hasta que no estoy dentro no se va. Son las diez de la noche y no escucho ruido alguno en la planta baja, por lo que me imagino que están todas en sus respectivas habitaciones. Apartándome de la ventana me dirijo a las escaleras, las subo de dos en dos hasta llegar al final de estas, camino por el pasillo y asomo la cabeza por el cuarto de mi madre cuando pasaba por este. La encuentro sentada en la cama con un libro en las manos y sus lentes puestos.

—Hola mamá—

Levanta la cabeza al escuchar mi voz mientras me acerco a ella.

—Hola cariño—cierra el libro—¿Cómo te fue en la universidad?

—Bien—sonrió para darle más credibilidad a mi mentira—¿Y mis hermanas?—cambio de tema.

—Que bueno. Las niñas duermen—extiende un brazo hacia mí con la mano abierta, tomo su mano entre la mía y ella tira de mi hasta sentarme en el borde de la cama—¿Estabas con Peter?—

Su pregunta me provoca un malestar en la boca del estomago, no me gusta mentirle.

—Amm...—no sé qué decirle.

—No tienes que mentirme. Si estabas con él lo entiendo—

Parece que ha malinterpretado mi malestar ¡Ay si supieras! Pienso.

—Mamá...—

—Se que dices que las cosas entre ustedes no van en serio pero me cuesta creerlo, te noto tan diferente desde que estas con él y eso me alegra muchísimo hija—

En estos momentos me siento como la más grande de las mentirosas, como la peor persona del mundo. Aparto la mirada y retiro mi mano de la suya.

—Si, bueno... Vamos bien—retuerzo los dedos nerviosa.

—Me encantaría que sean novios. Espero que lo sean pronto—dice ilusionada.

Que la tierra se abra y mi trague ahora, esto no podría ir peor.

—Este...—rápidamente me pongo en pie, tengo que huir—Me retiro, tengo sueño—

No puedo seguir con esto, el malestar en mi estomago se hace cada vez mas grande. Mi madre se ríe y niega con la cabeza.

—Mira como te pones de nerviosa—bromea.

—Mamá...—la riño.

—Si, ya entendí—alza las manos—Buenas noches—

—Duerme bien—le contesto mientras niego con la cabeza.

Dedicándole una última mirada la dejo sola y me encamino a mi habitación cuando entro enciendo la luz y dejo sobre la cama mi bolso. Me despojo de la ropa y me pongo algo más cómodo, tengo que llamar a Bea como le prometí que haría. Aun tengo un mal sabor en la boca por la conversación con mi madre, esta tan ilusionada con la idea de mi relación con Pet y yo soy la culpable, yo y mi enorme mentira, no sé qué haré el día en que esa fachada explote pero prefiero eso a que descubra lo que tengo con Andres, eso sí sería un duro golpe para ella, de solo pensarlo me da grima, sacudo la cabeza apartando esos pensamientos. Acomodándome en la cama tomo el celular en las manos y llamo a la rubia.

—Hasta que te dignas a llamar—contesta del otro lado de la línea.

Pongo los ojos en blanco y rio un poco.

—Pareces un novio celoso—le digo y la oigo bufar—Lo siento hasta ahora es que estoy libre—

—¡Claro!... y yo aquí muriendo lentamente de curiosidad por saber qué te pasa o que pasó—

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora