Capitulo Doce

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Abro los ojos y la veo. Ahí está. Acurrucada contra mi cuerpo durmiendo plácidamente, su cabeza descansa entre mi brazo y la mitad de mi pecho y su brazo rodea mi abdomen. Es hermosa. La tengo tan cerca que puedo apreciar las casi imperceptibles pecas  que cubren sus mejillas. Sus labios, esos carnosos labios que tanto me gustan están ligeramente entreabiertos provocando unas inmensas ganas de besarlos. Su abundante pelo negro esta desparramado en la almohada y juro que es la imagen más tentadora que he visto en mi vida tanto así que siento el deseo despertar nuevamente ¡Parezco un adolescente al lado de esta chica! Es increíble el deseo que siento por ella, hacía tiempo que no sentía algo así por nadie, de hecho creo que nunca lo antes lo había sentido porque por ella me estoy jugando demasiadas cosas. Cosas que son importante para mí como mi carrera. Esta chica no sale de mi mente desde que mis ojos se posaron en ella en clases nunca antes en los tres años que tengo ejerciendo como profesor me había involucrado con una alumna. Nunca. Pero el deseo por esta chica es tan fuerte que no pude resistirme juro que lo intente pero no pude. Una muestra del poder que ejerce el deseo hacia ella en mi fue anoche, estaba en una cena benéfica organizada por mi madre y solo vasto una llamada suya para que fuera por ella. Otra muestra de ello es que anoche no pude resistirme y terminamos teniendo sexo en plena madrugada aunque me prometí a mi mismo que no se repetiría, al menos no esa misma noche porque era su primera vez pero se mostro tan dispuesta que me di por vencido y me deje llevar.

Con cuidado de no despertarla la muevo un poco para levantarme, Amanda suelta un suspiro y se remueve en la cama, pienso que se ha despertado pero solo se acomodo mejor provocando que la sabana que cubría su cuerpo se remueva dejando al descubierto la mitad de su espalda ¡Joder! Usando toda mi fuerza de voluntad aparto la mirada de su apetecible cuerpo. Recojo mi bóxers, me lo pongo junto con el pantalón de pijama y salgo de la habitación, cuando cierro la puerta escucho mi celular timbrar, frunzo en ceño ¿Quién será? Como sea la víbora de Zoraida para joderme el día la voy a mandar al diablo. Camino hasta el comedor donde lo deje y lo tomo, al tenerlo en mis manos veo que se trata de Adam mi hermano mayor.

—¿Qué quieres?—pregunto en cuanto contesto.

—¡Que humor!—escucho su risa—Y eso que el día está empezando pero a sinceridad no me sorprende—añade burlón.

—No creo que me llamaras solo para decirme eso así que habla, no tengo todo el tiempo del mundo para ti—amo a mi hermano pero cuando quiere es un estúpido.

—Tienes razón. Te llamo para decirte dos cosas—hace una pausa—¿Quieres la buena o la mala primero?—

Pongo los ojos en banco.

—Solo dilo—le digo exasperado.

—Okey. Ya entendí—ríe—La primera es que doña Vanessa Foster ósea nuestra madre esta mas que enoja contigo por la forma en que fuiste anoche de la cena—ya me lo imaginaba—Y la segunda es ¿No piensas venir a la reunión de la empresa con los nuevos socios?—

¡Rayos, lo había olvidado! Maldiciendo entre dientes paso una mano por mi cabello, veo la hora en el celular y son las ocho de la mañana y la reunión es a las diez.

—Si, estaré presente—

—Bien. Ya sabes dónde—

—Si—

—Adiós prófugo—lo dice  rápido y de la misma forma corta la llamada.

Sonrió sin poder evitarlo, es el mayor y se comporta como el menor de los tres hermanos. Dejo el celular donde estaba y al hacerlo me fijo en que aun en la mesa están los embases de la comida que pedí, los vasos y platos que utilizamos anoche para cenar, recojo todo y lo llevo a la cocina. Abro la nevera, saco la garra de agua  y me sirvo un vaso, tenía sed.

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora