Capitulo Trece

189 14 3
                                    

Dos semanas. Dos semanas han pasado desde que tome la decisión de estar con Andres y no me arrepiento de haberlo hecho. Nos hemos visto todos los días, todas las noches y cada encuentro va superando al anterior. Me encanta ese hombre. Me encanta como me mira, me encanta todo lo que me hace sentir. Lo mejor de esto es que no todo es sexo, hablamos de todo, he descubierto que es un hombre intelectual aparte de inteligente, en ocasiones es hasta divertido. Hoy es jueves y me encuentro desnuda entre sus brazos, acostada sobre su pecho escuchando los latidos de su corazón mientras hago pequeños círculos sobre su pecho y él se limita a acariciarme el pelo.

—¿Qué harás este fin de semana?—su pregunta hace que levante la cabeza y lo mire.

—Nada, no tengo planes ¿Por qué lo preguntas?—

—Pasa este fin de semana conmigo—

Me quedo sin palabras. Solo lo observo y el a mí. Espero que diga que es una broma pero su mirada me dice que no bromea.

—¿Te refieres a pasar el fin de semana completo contigo? ¿A dormir aquí?—se lo estúpida que debo de verme preguntando pero debo de estar segura.

—Si Amanda—sonríe un poco—Me refiero a que pases el fin de semana completo, que duermas conmigo aquí, que te despiertes aquí—

Sus palabras hacen que mi corazón golpee contra mi pecho. ¿Quiero hacerlo? ¡Pues claro que si! Solo que hay dos problemas; uno tengo que trabajar el sábado hasta las doce (aunque eso se resuelve) el segundo y más grande; ¿Qué le diré a mi madre para justificar que no estaré en casa?

—Me encantaría hacerlo—hago una pausa—Pero me toca trabajar el sábado hasta el medio día—ni loca menciono lo de mi madre, pensara que aun soy una niña que tiene que pedir permiso (casi es así) pero ya encontrare la forma.

—En ese caso te paso a Dejar. Y buscar a tu trabajo y desde ese momento hasta el domingo en la noche usted señorita Collins será mi prisionera—deja un rápido beso sobre mis labios.

Mi pecho se infla de emoción por sus palabras. Sonrió.

—Estaré encantada de ser su prisionera señor Foster—

—Siempre tan cooperativa—sonríe cerca de mis labios.

—Para usted siempre—

Nos fundimos en un beso apasionado, uno de esos besos que despiertan todas las terminaciones nerviosas de tu cuerpo mandando miles de sensaciones por todas partes.

Entro en casa en una especie de nube, sonriendo como idiota hasta que las luces de la sala son encendidas y veo a mi Alice, mi madre de pie en el inicio de las escaleras con cara de pocos amigos y los brazos cruzados sobre su pecho. Inmediatamente dejo de sonreír y bajo de la nube en menos de cinco segundos.

—¿Dónde estabas?—su acusadora mirada esta fija en mis ojos. Trago saliva.

—Yo...—no sé qué decirle. Solo espero que no me haya visto bajar del carro de Andres, de solo pensarlo un nudo se instala en mi estomago.

—Quiero que seas sincera conmigo Amanda—mi corazón va a mil por horas—¿Estas saliendo con alguien?—pregunta muy seria.

—¿Por... porque me preguntas eso?—estoy  mas que nerviosa.

—¿En serio lo preguntas?—se encamina hasta sentarse en el sillón mas pequeño—Estas actuando rara estas semanas, para empezar llegas tarde a casa casi todos los días cuando tus clases se acaban de siete a nueve de la noche. Usas más el celular que lo acostumbrado. Te la pasas sonriendo (siempre lo estas pero últimamente lo estas mas) —aclara—Hay veces que te quedas pensado que me pregunto donde andará esa cabecita tuya. Ahora señorita ¿Quieres más razones?—

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora