Capitulo treinta y siete

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Domingo por la mañana y me encontraba con Andres en la sala jugando a la play luego de desayunar un rico desayuno hecho por nosotros dos. Como siempre el me llevaba la delantera y me hacia burlas.

—Eres un pesado.

—Y tu una mala perdedora—me responde entre risa.

Lo miro mal y continuo jugando, no creo que gane esta partida así que hare lo que siempre hago y se mejor hacer; trampa.

—¡Ay no puede ser!—grito—¿Qué es eso que hay en la pared?

Su carcajada inunda toda la estancia lo que hace que le mire con el seño fruncido.

—Esta vez no voy a caer en tu trampa Amanda.

—Te hablo enserio, no estoy bromeando Andres, es algo muy feo.

—Si fuera verdad no estarías ahí sentada—me mira por el rabillo del ojo—Acepta tu derrota y listo.

—Eres de lo peor ¿Lo sabías?

—¿Yo?—ríe abiertamente—¿En serio tienes el descaro de decir que yo soy de lo peor y tu eres la que intenta hacer trampa?

—¡Que no intento hacer trampa!

—¡Ho, claro que no!—hace una pausa—Pero te dejare ganar.

—¿En serio?

—No—responde rotundamente y vuelve a reír.

Le propino un golpe en el hombro pero ni se inmuta y continua jugando. Hace una jugada rápida y me gana.

—¡No!

—¡Si!

Gritamos los dos al mismo tiempo la diferencia es que su grito es de felicidad y el mío de sufrimiento.

—Nuevamente te he ganado.

—Nuevamente te he ganado—imito su voz y hago mueca, burlándome.

—Te ves adorable tratando de imitarme.

Le saco la lengua, el sonríe perversamente y en un ágil movimiento se lanza sobre mí. Caemos sobre el mueble y el toma mi mentón entre sus dedos.

—Muéstrame esa lengua ahora.

Niego con la cabeza, sonriendo.

—¿Cuantas veces te he dicho que esa lengua solo la sacas cuando la vayas a usar conmigo?—pregunta antes de presionar sus labios contra los míos, intento con todas mis fuerzas mantener los ojos y la boca cerrados pero el busca la forma de como introducir su lengua y gana la batalla. Me besa a su antojo—Nunca podrás conmigo.

—Eso es abuso de poder.

—No te veo sufriendo la verdad.

—Hay sufrimientos que se viven por dentro.

El alza ambas cejas, sonriendo.

—Touche.

Intenta alejarse haciéndose el indignado pero no se ha movido dos centímetros cuando tomo su cara entre mis manos y con mis piernas rodeo su cintura.

—Pero este no es uno de esos casos señor Foster.

Y en esta ocasión la que lo besa soy yo pero rápidamente el me devuelve el beso. Nos devoramos la boca con pasión y devoción.

—Te quiero proponer un plan—dice con la respiración acelerada y los labios rojos.

Sonrió perversamente y muevo las cejas de arriba abajo. El ríe abiertamente echando la cabeza hacia atrás y su manzana de Adán se mueve, se ve tan hermoso desde esta posición.

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora