Capitulo Veinte

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Al día siguiente me levante feliz, como sucedía a menudo. Desayune con mi familia y luego partí hacia el trabajo, la mañana en la librería estuvo un poco movidita, tanto así que por poco olvido que usaría mi hora de almuerzo para ir a la ginecóloga, ya tenía la cita pactada. Al llegar al consultorio una chica de aspecto amable me recibió detrás de un mostrador.

—¡Hola!—por su tono de voz deduzco que con ella fue que hable por teléfono.

—Hola—le sonrió—¿Me puedes decir si la doctora esta con alguna paciente?—

—Sí pero ya casi termina ¿Tienes cita con ella?—pregunta.

—Sí, la hice vía el teléfono—le contesto.

—Perfecto—busca en una tableta—¿Eres Amanda Collins?—

—En efecto—

—La siguiente eres tu—me señala unos lindos muebles que hay detrás de mi—Puedes sentarte mientras esperas—

—Gracias—le digo.

—De nada—

Tomo asiento. Debo admitir que estoy un poco nerviosa mientras espero por mi turno, no pensé que visitaría un ginecólogo en todos estos tiempos, en mis planes no estaba acostarme próximamente con alguien pero tampoco pensé que conocería a cierto profesor que llegaría a mi vida y lo revolvería todo. Así es la vida, te sorprende cuando menos te lo esperas y las cosas suceden cuando menos lo imaginas. Diez minutos después una mujer embarazada sale por la puerta con una sonrisa de felicidad plasmada en los labios y una mujer igual de sonriente está detrás de ella vestida de doctora con apariencia sofisticada, debe de rondar los cuarentas años mínimo.

—Gracias por todo Elie, nos vemos el próximo mes—

—De nada—pasa una mano por el abultado vientre de la mujer—Se cuidan—

—Siempre—

Cuando pasa por el pasillo se despide con un "feliz resto de la tarde" y sigue su camino.

—¿Esta la siguiente paciente Let?—pregunta a su secretaria.

—Si, es ella—me señala.

Los ojos de la doctora siguen la dirección hacia donde señalaba su secretaria y me sonríe, parece ser una mujer amable y mis nervios se tranquilizan un poco.

—Vamos—musita haciendo un ademan para que la siga.

Devolviéndole la sonrisa me pongo en pie y la sigo dentro de su consultorio. No me equivoque al pensar que era una mujer amable, en todo momento me hablo con tranquilidad, me hizo unas preguntas sobre mi periodo, mi vida sexual, no pude evitar sonrojarme al contestar sus preguntas. Me hizo un chequeo de rutina y al final me dio una receta con las pastillas que de ahora en adelante tomare.

—Muchas gracias—

—De nada Amanda—sonríe—Hasta la próxima—

—Bye, nos vemos—me despido.

Salgo del consultorio mucho más tranquila, me acerco a la amable Let y pago la consulta. Me despido y parto para mi trabajo, en el camino me detengo en una farmacia y compro las pastillas y en una cafetería ingiero algo rápido: un sándwich y un jugo, no tengo tiempo para algo más sustentable. Compro una botella de agua para tomarme la primera pastilla, no voy a negar que a pesar de todo si estoy un poco nerviosa y observo la pequeña pastilla roja en la palma de mi mano, ni modo debes hacerlo Amanda. Cuando llego a la librería llevo quince minutos de retraso ¡Joder! entro por la puerta rápidamente y apurada. Pet está detrás del mostrador y gracias a Dios solo hay tres chicos sentados en una de las mesas.

ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora