Capítulo 19: Equipamiento

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El siguiente par de días se permitieron despejar sus mentes y, finalmente, liberarse de las cargas de su pasado que había mantenido selladas en silencio.

Brell, como lo había externado, había viajado a los poblados más cercanos para abastecerse de nuevas telas, recursos y materia prima para trabajar equipamientos para los combatientes, una manera efectiva de invertir su tiempo de espera hasta el despertar de la habitante de los mares quien ya hubiera recuperado su forma anterior.

Kia, para sorpresa de los otros presentes, había compartido su interés por fabricar su propio nuevo atuendo con aquellas telas, encaminandose hasta la laguna para lavarlas y, posteriormente, comenzar a confeccionar algo de su agrado. Junto a ella, Vipmon había optado por seguir la iniciativa, tomando aquello a su favor para limpiar y reparar su lamentable gabardina blanca.

La Enercante permaneció cerca de la figura dormida, trabajando sus habilidades como maestre herrero y forjador para crear un nuevo equipamiento para los combatientes.
Para su agrado, los otros dos tuvieron la fortaleza y valor de demostrar su interés por permanecer y proteger a Syévie, razón misma para trabajar con ellos armadura y herramientas de alta calidad con las cuales continuar su viaje. Un obsequio ante lo agradecida que se sentía al encontrar guerreros en quienes poder confiar.

— ¿La costura y confección fue parte de tu formación para la comuna religiosa o fue algo de casa?

Aún después de haber compartido sus historias, Vipmon continuaba interrogando, cautivo de su insasiable curiosidad, por el pasado de la cazadora. Llegando al punto de generar un arrepentimiento en la mujer por haberle contado su historia.

— Aprendí desde casa, mejore durante mi entrenamiento para ser cazadora —respondió de forma directa, manteniendo la concentración en la costura de los puntos que había marcado en la tela, una distracción y la costura se mostraría torcida.

— No se si decir que tuviste una buena infancia, pero al menos fue mejor que la mía —el varón sacudió la gabardina que horas antes habia lavado, encontrandola ya seca, era su momento de comenzar a remendar— Se que sonará incómodo, pero no sabes cuanto alivio me da por fin poder hablar de esto con alguien.

Kia detuvo por unos instantes su labor, mirando al varón que había comenzado su propio trabajo de costura.

¿En qué momento aquel varón, con quien siempre discutía y lograba sacar su desquicio, se había convertido en un buen amigo y compañero?

Sonrió en silencio ante la ironía de las cosas. Ambos debieron afrontar grandes tragedias para terminar juntos, cerca de la orilla de una laguna, trabajando sus habilidades de costura.

— Cada que sonríes, tus colmillos se ven graciosos —externo con gracia el varón, llevando a la desaparición de la sonrisa y regreso del rostro ceñudo al que estaba ya acostumbrado.

— Tenías que seguir hablando —se quejo antes de retomar su concentración en su labor.

Desprenderse de su bufanda y la malla que ocultaron, durante mucho tiempo, sus colmillos y rostro, era una sensación extraña a la par de satisfactoria. Una muestra de no sentirse más contenida por su pasado.

El humano termino su labor, mostrando una mueca de disgusto al notar los bordes irregulares que se mostraban en su prenda. Sus habilidades no eran las mejores y aquello era la prueba.

— ¿No puedes simplemente arreglarla con tu magia? —inquirio con burla la cazadora

— No puedes depender siempre de la magia, hace falta trabajar también el cuerpo —respondió con el rostro ceñudo, comenzando a deshacer su trabajo. Se negaba a portar su gabardina mal arreglada.

Lands Of DreximDonde viven las historias. Descúbrelo ahora