Capítulo 21: Memorias

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El silencio, la oscuridad y la calma predominaban por toda la zona, conformando un espacio de imperturbable tranquilidad donde los movimientos de rotación cíclica en torno a aquella bloqueada y protegida gran puerta de rocas igneas de apariencia incandescente.

Con movimientos parsimoniosos por parte de cada uno de los partícipes en aquella interminable danza de protección donde los más rápidos, aquellos más jóvenes y pequeños, custodiaban los niveles más próximos a la puerta, con sus enlaces forjandose y tomando posesión de un espacio de vigilancia para el resguardo de la gran puerta.
Los niveles superiores serían resguardados por las figuras de extensa presencia, con cuerpos y figuras alargadas de gran dureza quienes también vigilarán la puerta desde las alturas y protegieran a los más jóvenes de posibles intrusos del exterior.

Una fortaleza inexpugnable con vida y conciencia propia.

Los de aspecto más grande, aquellos más lentos, representaban el final del ciclo. Al momento de presentir sus últimas rotaciones, la señal era enviada al resto de la manada, quienes dieran apertura entre las filas para el descenso del próximo caído, tomando entre sus mandíbulas una parte de su piel al pasar cerca suya. Una vez su gran figura llegará a las primeras filas, las más cercanas a las puertas donde los de cuerpo pequeño y veloz terminarán la labor de consumir su carne, su último rastro de existencia se desvanecería en una densa nube de polvo oscuro que traería a la vida nuevos miembros a la manada, cuya apariencia no debiera ser más grande que la de una mano humana.

Los nuevos integrantes, cuyo conocimiento innato les indicará su labor de vigilar, tomarían su tiempo para comenzar a moverse y unirse a la primer fila de vigilancia.

Todos conocían su objetivo, nadie cuestionaba la orden jamás explicada. Cada uno respetaba y vigilaba su área designada, advirtiendo a todos ante la presencia de una fisura o movimiento sospechoso.

En las filas próximas a la puerta, vigilando los niveles más bajos y fungiendo como guía para los recién llegados, una figura de pequeño tamaño efectuaba su labor con gran atención, manteniendo la alerta ante el anuncio de uno de sus pares por la presencia de una grieta.

Cuando una alerta silenciosa era emitida, los roles eran intercambiados. Los más grandes y fuertes descendían hasta la proximidad de la puerta, a fin de reparar y salvaguardar el orden, mientras los más jóvenes y pequeños actuaban como escuadrones de captura y protección en caso de advertirse una fuga o presencia no grata.

Fue durante una de esas advertencias donde las cosas cambiaron.

Su atención se había mantenido en vigilar la grieta creada en un sector cercano al suyo y, aún con ello, parte de sus sentidos se encontraban enfocados en proteger a los pequeños que se encontraban en las líneas bajas a la suya.

Tantas cosas en las cuales mantener vigilancia que fue sorprendida cuando su enlace con la puerta fue quebrado, llevándole a detener su curso y ser pasada por el resto. Su estado de confusión desapareció ante la sensación de ardor en su piel, notando como los más pequeños habían comenzado a comer de su carne.

¿Por qué lo hacían si aún no terminaba su ciclo?

Los alejó, con movimientos bruscos, e intento retomar su lugar en las filas, sin embargo, la misma reacción fue obtenida por sus contemporáneos, quienes intentaron devorarle. Sólo entonces tomó conciencia de los grilletes que habían aparecido en sus extremidades. No pertenecían a la manada o a la puerta ¿de donde habían surgido?

Tirones en su cuerpo le extrajeron de las filas, dejándole observar como las líneas de captura habían comenzado a actuar, persiguiendo una neblina azul que impacto consigo, cegando su vista y paralizando sus sentidos por un tiempo sentido como eternidad.

Lands Of DreximDonde viven las historias. Descúbrelo ahora