Capítulo 44: Libertad

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— La puerta de la zona abisal —La voz de Vipmon, siendo aun un bajo murmullo de asombro y temor, reinó dentro del reducido espacio que le contenía a él y a Kia.

La presencia y forma de aquella gran puerta era imponente, rodeada de una sutil aura gris que brindaba una clara señal de peligro e invitaba a mantener distancia. Las cadenas que la contenían se mostraban firmes y rígidas, inamovibles e inquebrantables, protegidas por el mismo brillo.

La atención de la cazadora viajó de la gran puerta a la presencia de la criatura abisal que se mantenía postrada frente al objeto, manteniendo un porte firme a pesar de su evidente estado de gran daño y cansancio; determinada por actuar sin remordimientos.

— Tienes que sacarnos de aquí —Advirtió al usuario de magia tan pronto fue capaz de liberarse de su estado de estupor, no dudando en tomar los hombros del aludido y sacudir su cuerpo para liberarlo de su trance— ¡Vipmon!

Con aquella nueva descarga de adrenalina, producto del asombro y temor, obligó a su propio cuerpo a ignorar la fatiga y dolor para luchar por el control de aquella contención de energía que les impedía escapar, enfrentando la angustia al reconocer rastros de energía desconocida dentro de la propia del Enercante, bloqueadores que impedían ejercer su manipulación de poder.

Postrada frente a su imponente presencia, la criatura abisal se mantenía con la mirada atenta, admirando el esplendor y sensación de familiaridad al encontrarse cerca de aquella puerta, en espera de lograr una reacción que simplemente no fue posible; perder sus extensiones eliminaron toda posibilidad de conectarse con ella, limitándole a solo reaccionar ante su presencia, pero no para obedecer su petición.

Gruño por lo bajo, moviéndose de posición para buscar una manera de concretar un enlace. Si había logrado que la puerta reaccionará ante su presencia, debía esforzarse por lograr que aquellas cadenas obedecieran su petición y le permitieran lograr una pequeña apertura para escapar, enfrentando el amargo augurio y realidad de una imposibilidad para lograrlo.

Se encontrarían condenados a permanecer cautivos en aquel desconocido y peligroso lugar

Algo que se negaría a aceptar.

— ¿Puedes sacarnos de esta cosa? —La voz, notoriamente impaciente y angustiada de la castaña no tardo en exigir, por incontable ocasión, al varón a su lado por una acción que diera libertad a ambos, viéndose incluso a si misma atacando con la cuchilla la contención en un desesperado intento por lograr la libertad.

— Lo estoy intentando —La respuesta del varón se encontró guiada por una voz sobre esforzada, muestra de la lucha que realizaba el usuario de magia por encontrar una manera de tomar posesión de aquella energía mientras lidiaba con su propio estado de agotamiento físico y mental.

El conjunto al enclaustro, que los mantenía a menos de un metro de distancia de separación, se unía a la sensación de angustia por los movimientos y acciones de la criatura abisal, que había comenzado a utilizar sus garras para atacar la puerta, en aparente intento por abrirla y sellar aquel destino que ellos lucharían por evitar.

No permitirían su caída.

La atención de ambos fue tomada al presenciar a la criatura abisal detener sus ataques, mostrando sacudidas en su cuerpo, reflejo de su dolor, mientras dirigía la mirada a ellos.

— ¡Aléjate de esa puerta! —Ordenó con la mayor firmeza que fue capaz de reunir la cazadora, desconociendo que su voz era también cautiva de la contención, imposible de alcanzar a Nerédin— ¡Partiré tus patas cuando salgamos de aquí! —Continúo amenazando, manteniendo la esperanza en que el varón detrás suya encontraría la manera de eliminar la contención.

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