Capítulo 11: Gente Del Mar

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El enfado le había durado poco, dejando solo sensaciones de molestia en contra de los dos cazadores y en el usuario de magia. Los comentarios y las reacciones lograron tocar una fibra sensible en su ser, despertando su instinto y llevándole a alejarse, necesitaba espacio y tiempo para asimilar que todo aquello no había sido con intención de herirla.

Para ella, Zajkem, además de mostrarse como una figura de autoridad y agresividad a la cual admirar, había sido el primero en hacerle notar sus errores al mantenerse en su estado de distanciamiento con el presente y apego al pasado. Aún con su siempre semblante de enfado y desagrado por todo lo que le rodea, el Dragmaro había demostrado una extraña y peculiar paciencia y cortesía con la habitante de los mares.

Eres pequeña e ingenua, emocional y extraña, desagradablemente callada y sumisa, pero también estúpidamente noble y leal.

Pronunciadas con tono de reclamo, aquellas palabras habían dado comienzo a su pequeño vínculo, donde la mujer de aletas podía externar aquello que le afectaba y el Dragmaro, luego de un par de palabras ofensivas y regaños, terminaría por darle una visión firme, cruda y sensata del como afrontar la situaciones, algo que ni siquiera con  Mirjem había tenido la confianza de hablar.

El que insinuaran una relación más allá de lo real con él le habia generado incomodidad y enfado por misma cantidad. Su mente no encontraba una razón lógica para mofarse de ello.
El detonante mayor fue el mencionar que Maxusgien, el Phironex a quien apenas había conocido y conversado por unos pocos minutos, tuviera un interés y fijación por ella, ¿Acaso no podía entablar una conversación con alguien amigable sin que se le vinculará a una relación?

Su encierro mental fue suficiente distracción para llevarle a caminar por la gran y concurrida ciudadela de Rhabal hasta el punto de perderse y no recordar el trayecto que habia tomado.

Su mirada giró a todas direcciones, en búsqueda de alguno de los rostros familiares de su equipo, ya fuera de la siempre colerica Kia o el animado Vipmon, comenzando a despertar una creciente sensación de desesperación al no reconocer ningún camino o rostro familiar, sintiéndose cada vez más pequeña y vulnerable dentro del espacio desconocido congestionado de personas de diversas razas, clases e intenciones.

Algunas miradas caían sobre ella, unas con reconocible sorpresa, otras con confusión y otras más con intenciones indescifrables. Una situación incómoda que le impedía permanecer por más de algunos segundos detenida en la misma zona. La paranoia comenzaba a regresar.

Atravesó por el extenso y, aparentemente interminable, mercado, recorriendo con la mirada y el resto de sus sentidos alerta en búsqueda de cualquier señal de los dos cazadores o el usuario de magia, debatiéndose incluso la idea de consultar con alguno de los guardias que patruyaban cada par de minutos por la zona.

Desistió en sus intentos, poco podría lograr en su estado de alteración. Ingreso a la primer taberna que logró divisar, encontrando más gente en su interior, algunos conversando animadamente y otros más degustando alguno de los platillos del menú. Tomó asiento en la primera mesa desocupada que encontró, apoyando la palma de sus manos sobre la firme madera de la mesa comenzando a tomar respiraciones profundas y rítmicas para controlar de nuevo sus sentidos.

— Vaya, luces como si fueras a sufrir un colapso —saludo una voz a su costado, interrumpiendo su intento por encontrar calma— ¿Estas aquí para consumir o solo buscas un espacio de descanso?

La melodiosa voz pertenecía a una sirena de buen ver, un par de centímetros más alta que ella pero de facciones familiares. Rostro ovalado con grande ojos color malva, protegidos por largas pestañas negras. Cabellera rojiza y rizada que caía como cascada, aún encontrándose sujeto a una coleta alta, hasta el inicio de sus caderas. Piel morena resguardada en un sencillo atuendo, bluson de hombros descubiertos y escote pronunciado color blanco junto a un  largo faldón color marrón que ocultaba sus piernas. Su rasgo más característico serían aquellas aletas de larga extensión en tonos púrpuras que sobresalían de su cabeza, donde debieran encontrarse sus orejas, y hombros descubiertos que mostraban escamas del mismo tono púrpura.

Lands Of DreximDonde viven las historias. Descúbrelo ahora