Izan
— Bueno, quiero que hagan un trabajo con su pareja sobre la reacción química de un volcán artificial.
— ¿De esos que se hacen con bicarbonato y vinagre ? – pregunta una de las amigas de Andrea.
— Si.
Esta es una buena oportunidad para conocer mejor a Ángela, y sin necesidades de darle explicaciones a Andrea. Estamos separados, pero estoy seguro que no tardará en volver, ella es así. Se enfada, discutimos, me deja, se arrepiente y volvemos a estar juntos como si no hubiese pasado nada.
Miro de reojo a mi compañera, si no hace pellas duerme, no hace nada en ninguna materia. Y lo peor es que no le pesa que los profesores la anden amenazando con no graduarse, su respuesta siempre es: "No hace falta que me lo recuerde", tiene las agallas de responder y eso me encanta.
Me recuerda a mi, hace un año.
Me la encuentro en la salida, y antes de que se vaya me acerco para hablar.
— ¿Donde quedamos para hacer el trabajo? – le pregunto mientras nos alejamos un poco de su grupo, todos hombres menos ella y su amiga.
— Es verdad, hay que entregar el trabajo de mañana...
¿De que habla? Ni ella sabe que está diciendo.
— ¿Que trabajo?– pregunta y se cruza los brazos.
No tengo paciencia para explicarle, mejor lo hacemos hoy y problema resuelto.
— ¿Vamos a tu casa o la mía?
— Primero pregúntame si quiero.
Niego.
—Mi casa.
Se niega, pero cuando veo que Andrea viene hacia nuestra dirección no lo pienso y me la llevo a mi moto. No quiero escenas de celos frente a los que salen del instituto.
— Agárrate, – ordeno cuando ya estamos los dos en la moto. La última vez se negó, y quiero que lo haga– Así estarás más segura y cómoda.
— No– dice pero cuando arranco doy un frenazo, se asusta y automáticamente me rodea la cintura con sus brazos.
Esta vez si funcionó.
—Si– está a punto de decir algo cuando arranco a toda velocidad con ella abrazándome.
No tendría que decir esto pero se siente muy bien, demasiado.
Una vez llegamos a mi casa que está bastante lejos de él instituto, entramos y al parecer mis padres no están.
—¿Como te fue el día?– saluda Carmen, la ama de llave y mi persona favorita.
Una mujer de 52 años, con algunas canas y pequeñas arrugas casi invisibles, pero sin perder su atractivo. La señora tiene a varios en la cola esperando por una cita cada que va a sus clases de tango. Vino de Puerto Rico hace más de 10 años y desde ese entonces trabaja aquí. Es una más en la familia, le dijimos que podía dejar el trabajo y vivir como una señora más de la casa. Aceptó pero con la condición de seguir haciendo lo que hace.
— Tus padres partieron a Cancún esta mañana, me dijeron que vuelven en una semana y que no salgas mucho – cambia la vista hacia la chica que está a mi lado.– Preséntame a esta hermosura– me mira coqueta.
— Soy Ángela, pero tú puedes llamarme Angie– le extiende la mano con una sonrisa.
— Encantada. ¿Quieren algo de tomar o comer?

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Por primera vez
RomanceSoy Ángela Collins, una chica normal que le gusta salir mucho de fiesta con sus amigos. No voy mentir, para muchos soy una inmadura que no aprende, pero la vedad es que me da igual lo que digan de mi. Nunca he creído en el amor, menos me he enamora...