Capitulo 6

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Hoy es sábado mi día preferido de la semana. El día en que puedo salir, y sobretodo duermo hasta la hora que quiero. Pero no este sábado ya que alguien interrumpe mis dulces sueños.

Izan llamándome por teléfono.

— Buenos días dormilona te paso a buscar en media hora.

— No, en una hora mejor– hablo más dormida que despierta.

— En media hora.

Antes de que pueda reclamar me corta la llamada.

En estos últimos días el y yo nos hemos acercado bastante. Hablamos casi todas las noches de tonterías y en clase de vez en cuando, cuando la novia no lo asecha con la mirada.

Pasan exactamente treinta minutos cunado alguien toca el timbre y segundos después escucho la voz de Izan. Me visto rápido con un conjunto de chandal y top que encontré y bajo a desayunar para no hacerlo esperar tanto.

— Buenos días – digo llegando a la cocina donde están mi padre e Izan desayunando.

— Te dejé un café en la encimera –dice papá, me ve y frunce el cejo– Debes preocuparte más por tu vestimenta, no me gusta que andes con ropa de dormir.

— Sabes que no me gusta el café y no es ropa de dormir– digo, no se si se le a olvidado o directamente no sabe sobre el café. – Da igual ya comeré algo por el camino. ¿Nos podemos ir?

El asiente, le da gracias a mi padre por el desayuno y nos vamos directo al centro comercial a comprar los materiales.

— ¿Que necesitamos para hacer el trabajo? –pregunto cuando entramos a la tienda.

— A ti y el material.

—Jaja qué chistoso – le doy un empujón.

Después de pasear la gran tienda que tenía de todo, desde bolígrafos y materiales escolares a televisores y muebles, finalmente compramos lo que necesitábamos.

Íbamos caminando por el centro comercial cuando pasamos por una cafetería que a plena vista del escaparate se ven todo tipo de pastas; croissants, napolitanas, Donuts y hasta pizzas. Estoy muerta de hambre, quiero de esos alimentos ya.

—¿Quieres desayunar ? –me pregunta Izan al ver como miro la comida del escaparate.

— No he traído dinero.

— Yo invito – dice –pero tienes que devolverme una cosa que me debes.

Esta hablando del beso. Sin pensarlo mucho, me agarró de su cuello para ponerme de puntillas y le doy un beso en la mejilla.

— Listo. ¿Podemos entrar ya?

— No, debe ser en la boca.

Esta vez sí me lo pienso, pero realmente tengo hambre y tampoco es para tanto, solo es un pico en la boca. Y he de admitir que no es ningún esfuerzo darle un beso a un chico como el. De nuevo me pongo de puntillas y le doy un corto beso en los labios.

Fue solo un pico, pero quiero repetir, quiero volver a tocar esos suaves labios.

Después de ese pequeño beso, el desayuno casi comida,  porque eran las 12 pasadas fue algo incómodo y más cuando Izan habló.

— Aunque solo haya sido solo un pico me encantó– dice Izan tomándose una fanta de limón, yo estoy comiéndome un bocadillo con zumo de naranja.

— Lo se, beso bien – intento estar tranquila delante de el, pero por dentro me matan los nervios.

— Que creído te lo tienes todo –dice riendo.

Yo solo me rio sabiendo que es verdad y sigo devorando lo que me queda que es menos de la mitad de mi bocadillo.

Por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora