Hoy es sábado mi día preferido de la semana. El día en que puedo salir, y sobretodo duermo hasta la hora que quiero. Pero no este sábado ya que alguien interrumpe mis dulces sueños.
Izan llamándome por teléfono.
— Buenos días dormilona te paso a buscar en media hora.
— No, en una hora mejor– hablo más dormida que despierta.
— En media hora.
Antes de que pueda reclamar me corta la llamada.
En estos últimos días el y yo nos hemos acercado bastante. Hablamos casi todas las noches de tonterías y en clase de vez en cuando, cuando la novia no lo asecha con la mirada.
Pasan exactamente treinta minutos cunado alguien toca el timbre y segundos después escucho la voz de Izan. Me visto rápido con un conjunto de chandal y top que encontré y bajo a desayunar para no hacerlo esperar tanto.
— Buenos días – digo llegando a la cocina donde están mi padre e Izan desayunando.
— Te dejé un café en la encimera –dice papá, me ve y frunce el cejo– Debes preocuparte más por tu vestimenta, no me gusta que andes con ropa de dormir.
— Sabes que no me gusta el café y no es ropa de dormir– digo, no se si se le a olvidado o directamente no sabe sobre el café. – Da igual ya comeré algo por el camino. ¿Nos podemos ir?
El asiente, le da gracias a mi padre por el desayuno y nos vamos directo al centro comercial a comprar los materiales.
— ¿Que necesitamos para hacer el trabajo? –pregunto cuando entramos a la tienda.
— A ti y el material.
—Jaja qué chistoso – le doy un empujón.
Después de pasear la gran tienda que tenía de todo, desde bolígrafos y materiales escolares a televisores y muebles, finalmente compramos lo que necesitábamos.
Íbamos caminando por el centro comercial cuando pasamos por una cafetería que a plena vista del escaparate se ven todo tipo de pastas; croissants, napolitanas, Donuts y hasta pizzas. Estoy muerta de hambre, quiero de esos alimentos ya.
—¿Quieres desayunar ? –me pregunta Izan al ver como miro la comida del escaparate.
— No he traído dinero.
— Yo invito – dice –pero tienes que devolverme una cosa que me debes.
Esta hablando del beso. Sin pensarlo mucho, me agarró de su cuello para ponerme de puntillas y le doy un beso en la mejilla.
— Listo. ¿Podemos entrar ya?
— No, debe ser en la boca.
Esta vez sí me lo pienso, pero realmente tengo hambre y tampoco es para tanto, solo es un pico en la boca. Y he de admitir que no es ningún esfuerzo darle un beso a un chico como el. De nuevo me pongo de puntillas y le doy un corto beso en los labios.
Fue solo un pico, pero quiero repetir, quiero volver a tocar esos suaves labios.
Después de ese pequeño beso, el desayuno casi comida, porque eran las 12 pasadas fue algo incómodo y más cuando Izan habló.
— Aunque solo haya sido solo un pico me encantó– dice Izan tomándose una fanta de limón, yo estoy comiéndome un bocadillo con zumo de naranja.
— Lo se, beso bien – intento estar tranquila delante de el, pero por dentro me matan los nervios.
— Que creído te lo tienes todo –dice riendo.
Yo solo me rio sabiendo que es verdad y sigo devorando lo que me queda que es menos de la mitad de mi bocadillo.

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Por primera vez
RomanceSoy Ángela Collins, una chica normal que le gusta salir mucho de fiesta con sus amigos. No voy mentir, para muchos soy una inmadura que no aprende, pero la vedad es que me da igual lo que digan de mi. Nunca he creído en el amor, menos me he enamora...