Capitulo 9

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¿Que hora es?

Mierda, no estoy en casa. Estoy en el coche de Izan. Y que dolor de cabeza, tengo mucha sed.

¿Porque me trajo al coche en vez de dormir en un cuarto de la casa que tenemos en frente?
Seguro todos los demás están dentro.

Ayer fue de mis mejores noches, me acuerdo absolutamente de todo incluso del beso con Isaac y la cagada que tuve al contradecirme yo misma a lo que le había dicho a Izan el otro día.  No creo que se acuerde porque el también iba con unos tragos encima, espero que no lo recuerde.

Estoy todavía tumbada en el asiento, que supongo Izan recostó por mi, observándolo. Se ve tan tranquilo... Lástima que quiera despertarlo.

Me acerco a el y al volante y lo toco, haciendo que el ruidoso claxon lo despierte de un salto agarrándome del brazo y tirándome a su cuerpo como para protegerme. No se muy bien como, pero acabo en el mismo asiento que el, debajo suyo y el asustado encima mio mirando a todos lados, y yo solo puedo reírme por su inolvidable reacción.

— Deja de joder– me dice adormilado recostando su cabeza entre mi hombro y cuello.

Ante tal acto, al principio me quedo tiesa sin saber muy bien que hacer pero al final pongo mi brazo derecho que lo tenia aplastado en su cuello, acariciándolo un poco.

Llevamos un rato así y entre la sudadera que huele a él y el encima mío creo que estoy en un sueño. Izan no ha movido ni un pelo, creo que se a vuelto a dormir. Aunque me gusta estar así con el, cada vez siento su cuerpo más pesado y aplastándome. Definitivamente se quedó dormido.

— ¡¿Como que deja de joder?!– lo hago despertar de nuevo.

Cuando me deja libre, siento que vuelvo a respirar, pues este hombre pesa.

Vuelvo a mi asiento y salgo a tomar un poco de aire, y poder reírme de su reacción sin que me vea. Al momento el también sale y se para frente a mí.

— ¿Por que no entramos?

— Por quedarte dormida te perdiste el espectáculo que montaron los padres de Thiago al ver a tanta gente en su casa. Incluso lo echaron de la casa.

— ¿Para siempre?

— No – dice obvio –, solo por hoy, en la noche podrá volver. Casi siempre sus fiestas acaban así, pero son las mejores, sube – me ordena y le hago caso–.¿Donde queda la casa de Aaron?

— ¿Porque?

— Deja de ser tan preguntona – se queja rascándose los ojos –. Dijo que cuando despertaras vayamos a su casa.

— ¿Y mi vestido?

—Ya está seco detrás.

Una vez llegamos a casa de mi amigo su madre nos abre, la saludo y le presento a Izan para después bajar a mi lugar favorito.

— Estoy sedienta – me tiro encima de Aylen que está durmiendo en el sofá – ¡Despierta!

— ¿Que te a dado por despertar a la gente?– me reclama Izan.

— ¿Quieres que te moleste a ti? – le amenazo, el levanta las manos en símbolo de paz y yo sonrío triunfante –. Voy a cambiarme, ¡Cuando vuelva tienes que estar despierta!

Cinco minutos después vuelvo ya con mi corto vestido  y la cara limpia de restos de labial o rímel. Obviamente Aylen me hizo caso y ya está despierta con una cara de muerto, se le nota la resaca, espero no verme así yo también.

Ahora que lo pienso no he sabido nada de mi hermana desde que se fue con el chico al que no conozco, tengo que llamarla para que venga aquí y darle cara al seguro enfado de mi padre juntos.

Por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora