Lunes, siete de la mañana y suena mi alarma, señal de que ya empieza mi rutina diaria. La que tanto odio.
Apago la alarma y me levanto para dirigirme a la ducha y hacer mi rutina de cada dia a partir de ahora. Me ducho, me lavo los dientes, peino, visto y bajo a desayunar.
Una vez bajo veo a mis hermanos ya desayunando.
— Buenos días– saludo dirigiéndome donde se encuentran.
— ¿Quieres tortitas?– me pregunta Lucia.
— No– me siento en la barra frente a ellos – ¿Que tal acabó la barbacoa de negocios?
— Creo que le fue bien – responde Alex.
— ¿Por cierto como te fuiste a casa?
— Izan me encontró, se ofreció a llevarme y obviamente dije que sí.
— No que te caia mal– habla Lucia.
— Sí, y sigo creyéndolo. Solo que como se ofreció no iba a decirle que no – tomo un sorbo de zumo de naranja. – Todavía no lo he visto desde ayer en la tarde.
— No entiendo porque discutís tanto.
— Si, si, como sea pero vamos tarde– dice Lucia saliendo de la cocina. Alex y yo solo la seguimos – Faltan veinte minutos para las ocho hasta que caminemos se nos hace tarde.
Lucia es muy puntual, no le gusta llegar tarde y menos a sus clases. Yo creo que tiene una obsesión con la puntualidad.
— Lucia, tu lo has dicho, faltan veinte malditos minutos todavía– me siento en el sofá–. Estamos a diez minutos del instituto. Si quieres vete, yo iré después.
— Esta bien, adios.
Pensé que iba esperarme al menos unos minutos, pero no, se fue. No se parece nada a mi, yo soy totalmente diferente, llego tarde a todo lo que no me interesa.
Alex me acompaña por lo menos. Aunque no sea mi hermano, se parece mucho mas a mi en este aspecto y en muchos más.
Ya faltan diez minutos para entrar y aunque me encante llegar tarde, necesito llegar puntual al menos hoy. Pues es el primer día.
— Ayer escuché vuestra discusión– dice mientras caminamos.
— Alex– llamo su atención.– Tu sabes perfectamente que papá los prefiere a ustedes antes que a Lucia y yo. Pero ni tú ni Diego tienen la culpa, que el sea algo retrasado no es nuestro problema.
— Lo se, pitufa– ríe.
Nos damos un abrazo. Al fin y al cabo el no tiene la culpa de nada.
— Deja de llamarme así, que aquí la grande soy yo.
— Solo por los años, porque de altura me parece que lo son todos menos tu.
Bueno no se equivoca, entre el y yo el parece el grande por estatura y por todo.
Vamos llegando al instituto y Alex tiene su brazo alrededor de mis hombros, cuando alguien me sorprende.
— ¡Hola! – me saluda una voz chillona, Andrea– ¿También vas a este colegio?– va agarrada de la mano de izan.
— Em... si– digo obvia –, desde siempre.
—Que bien, nosotros somos nuevos este año– lo que me faltaba la parejita de la barbacoa aquí.
— Que bien, bueno me tengo que ir.
Alex se queda con ellos y yo me adentro al edificio, a lo lejos veo a mi hermana con su amiga y un niño que no reconozco. Estoy buscando a mi castaña favorita cuando siento unas manos en mi cintura.
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Por primera vez
RomanceSoy Ángela Collins, una chica normal que le gusta salir mucho de fiesta con sus amigos. No voy mentir, para muchos soy una inmadura que no aprende, pero la vedad es que me da igual lo que digan de mi. Nunca he creído en el amor, menos me he enamora...