CAPÍTULO 12

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Daphne 

—Escúchame— me llamó Aquiles mientras continuábamos en el suelo—. Estarán aquí en unos minutos. ¿Te acuerdas de cómo es el relicario?

—Sí, me lo sé de memoria.

—Vale, porque tendrás que describirlo para que puedan buscarlo— me acarició la mejilla, llevándose las lágrimas—. ¿Te han robado algo más?

Ni siquiera había pensado en eso. Solo me preocupaba el relicario. Es importante y lo único que me quedaba de ellos.

Con ayuda de Aquiles me levanté del suelo y revisé la habitación fijándome en cada rincón. No me parecía que se hubiesen llevado algo, solo estaba todo roto y desperdigado.

Volví a revisar la caja fuerte. Solo había papeles importantes, algo de dinero y...un papel doblado.

Lo cogí, porque yo no recordaba tener ese papel. Lo abrí con las manos temblorosas.

¿Qué tal estás, Daphne?

Espero que estés muy bien. Hace años que esperaba este momento. Después del accidente te internaron en ese psiquiátrico y no pude hacerlo, después te fuiste a estudiar a otro estado y tampoco pude. Pero ahora ya puedo.

Tuve que esperar mucho tiempo para hacerlo. Durante este tiempo me ha dado tiempo de investigar, conocer gente y darme cuenta de que el odio hacia ti ha crecido de manera desmesurada.

Al principio me caíste bien, después empecé a darme cuenta de cómo eras realmente y como tus padres te tenían en un pedestal siendo una niña mimada. Pero aun así has conseguido un puesto en una de las mejores editoriales y no cualquier puesto.

Me alegro de que te vaya bien, pero no te acostumbres mucho. Tuve que fingir mucho tiempo, pero ya no.

He venido a quitarte lo que me pertenece. Ese relicario no es tuyo.

Te voy a decir que espero que no acudas a la policía porque si no habrá consecuencias. También te recomiendo que no le comentes esto a nadie o acabarán mal.

No intentes retarme porque saldrás perdiendo.

Tus padres murieron por salvar a una niñata egoísta, y tú dejaste que murieran. Tu hermano murió porque nadie fue a buscarlo, nadie se preocupó por él. La muerte de tu familia ha sido tu culpa.

No la cagues Daphne, esto no es un juego.

Acabé de leer la carta con lágrimas en mis ojos, la respiración acelerada y las manos temblorosas. Levanté la cabeza del trozo de papel y miré a la persona que se encontraba delante de mí y me empezaron a surgir algunas preguntas.

¿Quién es?

¿Por qué quiere el relicario?

¿Qué he hecho yo?

Aquiles notó mi disgusto y mi preocupación en cuanto levantó la vista de su teléfono.

—¿Qué es eso? —me preguntó señalando con la cabeza el papel que mantenía en mis manos.

—Nada— mentí. En el papel pone que no se lo cuente a nadie o podrían estar en peligro y eso es lo último que quiero.

Igual era una broma pesada o algo por el estilo, aunque a mí no me lo parecía, pero prefería no arriesgarme.

—No me mientas, Daphne— se me acercó.

—No llames a la policía— le dije intentando mantener la calma.

HAZLO CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora