CAPÍTULO 21

213 11 0
                                    

Daphne

Me levanté rápidamente de su regazo. ¿Por qué está pasándome esto?

No me podría creer que ahora también estaba relacionado con la ex de Aquiles. No sabía nada de ella, pero por la cara que puso Aquiles, no sé si se alegró o no de verla en la foto.

—¿Esa es tu ex? —volví a preguntar, incrédula.

—Sí, Daphne— ahora vuelvo a ser Daphne...

Empecé a pasearme de un lado para otro en la oficina. Ambos me estaban mirando, pero me daba igual. ¿Por qué mi ex estaba con la ex de Aquiles? ¿Es coincidencia? ¿Se conocían?

—Para de dar vueltas— escuché refunfuñar a Aquiles.

—No puedo.

Continué paseándome por el despacho. Esto tenía que ser casualidad, seguro que se encontraron en ese bar y se gustaron. No podía haber sido de otra manera. No tenía sentido. Nada de esto tenía sentido.

—Daph...

—¡¿Qué?!— me giré para mirarlo.

Aquiles seguía igual. Con sus manos en su cara, apoyado en sus rodillas con los codos. Supongo que para él también había sido una sorpresa esto. Seguro que se estaba preguntando lo mismo que yo.

—Ven aquí— se palmeó el regazo.

—Ni de coña— dije alterada.

—Por favor, bonita. No te pongas así.

—Que no me ponga ¿cómo? —lo miré y después de reojo vi a Zed maldiciendo.

—Tiene que haber una explicación— susurró Zed.

—La explicación la necesito yo. ¿Quién es tu ex? ¿Por qué conoce a mi ex?, y ¿Por qué te has puesto así al verla? —susurré la última pregunta.

No sé si estaba preparada para escuchar la respuesta a la última pregunta, pero me la merecía. Necesitaba aclarar todo. Quería que se acabaran todos los problemas y volver a estar como antes, feliz.

—Bonita...

—Ni bonita ni mierdas, Aquiles— dije alterada—. Cuéntamelo todo o me voy de aquí ahora mismo.

—Tú te quedas aquí— dijo rápidamente.

—Explícame todo sobre tu ex— exigí.

—Siéntate mejor, Daphne— dijo tranquilo Zed.

Le hice caso. Me senté en la mesita de centro que había entre los dos sillones, por lo tanto, entre ellos. Se miraron con una mirada cómplice. Yo solo esperaba que nada de esto arruinara mi relación con ninguno de los dos.

—Rebeca y yo nos conocemos desde muy pequeños. Fuimos al mismo instituto y nuestros padres eran muy amigos. Después de años de amistad, decidimos dar un paso más allá y empezamos a salir. Todo fue muy bien. Yo creía quererla y ella decía amarme. Nos queríamos y nos complementábamos. Siempre creímos que éramos el uno para el otro. Éramos muy iguales y nos entendíamos muy bien—lo miré impaciente. Duele un poco escucharlo hablar de su relación con otra mujer—. Pero todo cambio cuando su padre murió.

—¿Cómo murió su padre? —susurré la pregunta y vi como me miro de nuevo.

—Era bombero. Ella me dijo que hubo un gran incendio en nuestro pueblo y su padre murió por inhalación de humo— lo miré y sé que pudo ver el dolor en mis ojos. Mi familia también murió por inhalación de humo—. Después de eso, ella cambió. Se volvió más fría, más calculadora, posesiva y violenta. Tenía una responsabilidad muy grande y era cuidar de su hermana.

HAZLO CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora