Daphne
Ayer fue el mejor cumpleaños después de la muerte de mis padres. Me chocó bastante encontrarme a todos mis amigos en un restaurante, pero sabía que Aquiles no lo había hecho con mala intención. Además, tenía razón. Yo tenía que seguir adelante. Me iba a costar, pero si él estaba a mi lado, sabía que iría bien.
Me desperté con por culpa de un cosquilleo en la nariz. Abrí lentamente los ojos encontrándome a Cronos mirándome demasiado cerca y entreteniéndose con mi pelo. Sonreí al pensar que ahora no solo éramos Aquiles y yo, ahora teníamos alguien más a quien cuidar. Y que hubiese sido un regalo de Aquiles, que hubiese salido de él mismo, me hizo ilusión.
Acaricié al cachorro más bonito que había visto en mi vida y miré a la persona que dormía a mi lado. Aquiles tenía un brazo pasado por mi cintura, asegurándose de que estaba allí con él. Siempre lo hacía y me gustaba.
Sé que lo digo mucho, pero es que cuando está dormido está relajado y se le ve precioso. Cronos me chupó la mejilla y no pude evitar reírme bajito. Hacía cosquillas.
No sabía que hora era, pero seguro que ya era tarde. Cogí a Cronos y lo puse mirando hacia Aquiles para que le molestara. Cronos empezó a tocarle la nariz con su patita, y Aquiles apenas lo notaba. Tiene el sueño profundo. Directamente se lo puse encima de la cara porque si no sabía que no se despertaría.
Cronos se tumbó encima de su cara y empezó a lamerle la frente. Me reí por la imagen que tenía delante. Esta era mi familia y no podía estar más orgullosa de ello.
—¿Tanta gracia te hace? —de repente habló Aquiles con su voz ronca y aun con los ojos cerrados.
Me quedé callada, paré de reírme. Me había asustado.
A veces pensaba que Aquiles era de otro planeta o era un robot. Aquiles podía saber donde estaba sin ni siquiera mirarme, me sentía. O hacia cosas como estas. Yo pensaba que estaba durmiendo como un bebe, pero estaba despierto.
Aquiles abrió los ojos y me miró. Estábamos de frente, así que pude ver sus ojos grises clavarse en los míos. Cronos jugueteó con su oreja, pero a Aquiles no pareció importarle. No sabía que le gustaran los perros...nunca habíamos hablado de ello. De hecho, yo nunca le había dicho nada de que me gustaban los perros.
Nunca habíamos tenido una conversación normal como la tendría cualquier otra pareja en sus primeras citas. Nosotros nos saltamos todo eso, y no significa que no lo conozca, porque aunque no me haya dicho su color favorito, solo con verlo en su día a día ya se que es el negro, también sé que su música favorita es el rock, que le gustan los coches deportivos y que odia los coches familiares. Esos detalles que la gente habla en los primeros encuentros para conocerse mejor, yo lo había ido descubriendo sin tener que preguntarle.
—Cuando quieras me quitas al perro de mi cara —y ahí estaba el Aquiles que conocía.
—Se llama Cronos.
—Como tú digas, pero quítamelo.
—Quítatelo tú— le provoqué.
Era gracioso ver como su cara no expresaba nada, pero de su boca solo salían ruegos de que le apartara a mi cachorro de su cara.
—Daphne, el perro se me cagara en la cara y si lo hace, te cagaras tú en todo— dijo con la voz ronca. Aún se estaba despertando y era adorable.
—No se cagará en tu cara, Aquiles— me reí —Sabe que eres su papi y eso no lo puede hacer.
—Su padre es un perro...— me miró serio.
—Un poco perro sí que eres.
—Eso significa que tú eres una perra— me sonrió divertido.
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HAZLO CONMIGO
RomanceDaphne Fox vive en Nueva York después de haber perdido a su familia en un accidente muy trágico que le dejo consecuencias. Ella sintió que estaba sola hasta que lo conoció. Aquiles Price, un hombre frío e imponente, de hielo, entrará en su mundo pa...