CAPÍTULO 30

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Aquiles 

Tenía la sorpresa preparada desde hacía unos días. Hoy es el cumpleaños de Daphne. 17 de diciembre. Dos meses justos después del mío.

Llevábamos estas últimas semanas muy bien. La última vez que hablamos de la investigación fue por las grabaciones, desde entonces, entre Zed y yo hemos ido investigando, pero a Daphne no la he incluido. No porque no quiera, sino porque creo que esto le está superando.

La semana pasada hablé con mi abuelo y le comenté lo del psicólogo. Desde allí, él hizo todo. Ayer fuimos por primera vez a conocer al psicólogo, el doctor Sullivan. Daphne estuvo muy cómoda y le contamos todo su historial. Al salir, me dijo que Daphne está peor de lo que parece y que va a necesitar mucha ayuda. Ella pretende estar bien, por nosotros, pero por dentro esta rota. Y no quiero verla así de mal. La voy a ayudar.

Ella ha estado muy ocupada con la editorial, así que la verdad es que no hemos podido estar mucho tiempo juntos. Solo por las mañanas para desayunar y ya. Ella se va a la editorial y yo me voy a la OFSP para la investigación y para intentar averiguar quien narices nos está traicionando. No estoy dispuesto a dejar que se burlen de mí en mi cara. Hemos empezado pruebas muy duras, y solo quienes sean capaces de superarlas pasarán a la siguiente fase, la cual es una investigación a fondo de sus vidas, por si hay una posible traición.

Estamos tan metidos en las pruebas y la investigación que llego cuando Daphne ya esta dormida. No hemos hablado mucho, solo por mensajes. Además, Daphne parece estar más agotada que nunca, porque sé que ella si pudiese se quedaría despierta a esperarme.

Pero hoy es un día especial. Hoy la mujer más increíble y la cual quiero con locura, cumple años. Hoy no hay trabajo ni investigación de por medio. Hoy solo estamos los dos.

Me levanté un poco antes para hacerle el desayuno. Le preparé un bizcocho casero de limón, sé que le encanta. Además, le hice un café y un zumo natural de naranja. Le puse una vela y subí las escaleras, contento.

Ya no me duele nada. El brazo y la pierna están perfectamente. Solo fue un susto.

Cuando llegué, abrí la puerta y me senté en la cama. Daphne estaba boca abajo con su cara pegada en la almohada, con las sabanas enrolladas por sus piernas y su pelo desperdigado por la cama. Sonreí al verla dormir plácidamente. Es adorable. Duerme tan tranquila que me dan ganas de quedarme mirándola todo el día. Pero esa no era mi idea para hoy.

Sé que tampoco celebra su cumpleaños, y lo entiendo. Pero, igual que hizo conmigo, ella lo celebrará siempre a partir de ahora y lo hará conmigo.

Le quité unos mechones de pelo que caían por su precioso rostro y le acaricié la mejilla suave. Sonreí como un loco enamorado, porque así es como estaba. Esta chica se había metido debajo de mi piel, en lo más profundo de mi corazón y nunca lograría irse de allí.

—Buenos días, Daph.

Se revolvió y gruñó. Madre mía, me daban ganas de abalanzarme y comérmela a besos.

—Despierta— me acerqué a mejilla y le di un beso.

Y ahora sabia que no podía dejar de besarla.

Le besé la mejilla, la nariz, la frente, su hombro, la nuca, la espalda. Empecé a besarla y ella fue despertándose. Se dio la vuelta, quedando boca arriba y con una sonrisa. Me permitió besarle más partes de su cuerpo. Le besé el cuello y me quedé allí, escuchando como su respiración se aceleraba y sonreía. Me rodeó con sus pequeños brazos y me dio un beso en la frente. Salí de su cuello y le sonreí.

—Hola— me susurró y me besó.

—Buenos días, amor.

Me quedé mirando sus ojos verdes brillantes. Su cara de dormida, sus pelos de loca y su sonrisa que llenaba de luz la oscura habitación.

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