CAPÍTULO 5

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Daphne

No dormí en toda la noche. No podía, mi cabeza no paraba de pensar. Cuando llegó la hora de trabajar, pedí un taxi para que me llevara. En cuanto entré, saludé al chico que siempre estaba de guardia y fui directamente a la cafetería a por un café, ya que lo necesitaba.

Hoy iba a ser un día bastante largo y tenía que estar preparada. Después de ir a por el café, subí a mi despacho. Con suerte no me encontré a nadie, porque no me apetecía tener que hablar.

Me senté en mi escritorio y empecé a leer la novela que estaba editando mientras bebía mi café. Se me pasaban tan rápido las horas mientras trabajaba que ni me había dado cuenta que ya era la hora de comer.

—Señorita Fox— me dijo mi secretaria en cuanto le di permiso para abrir la puerta.

—No me llame así, llámeme Daphne— le pedí. Odiaba que me llamaran así.

—Está bien. Daphne, el señor Price ha llamado para solicitar una reunión en su despacho ahora.

—Joder...— dije por lo bajo, ¿Ahora que quiere?—. Está bien, dile que ahora voy.

Recogí un poco mis cosas y tomé lo poco que me quedaba de café. Fui hasta el ascensor y piqué al último número del ascensor.

Caminé hasta la puerta de su despacho, que era todo de cristal y ni siquiera piqué.

—¿Qué quieres? —dije nada más entrar.

—No me hables así— me dijo tajante. No pude evitar echarme a reír.

—Te dije que no quería volver a saber nada de ti.

—Qué pena, soy tu jefe y necesito una reunión contigo, así que siéntate— me señaló una de las sillas que estaban delante de su escritorio. Rodé los ojos y me senté.

—¿Qué es lo que quiere, señor Price?

Estaba sentado en la silla de su despacho, con las mangas de la camisa blanca remangadas hasta los codos y los dos primeros botones desabrochados dejando ver un par de tatuajes. Llevaba un reloj en su mano izquierda pareciendo un rico empresario.

—Mi abuelo me comentó su increíble trabajo y la gran confianza que tiene en usted para poner nuestra editorial en sus manos.

—Él siempre me trató bien y me apoyó desde que entré en la empresa.

—Bueno, tengo que agradecerle su trabajo en nuestra ausencia porque ha sabido dirigir la empresa con mucho éxito y nos ha encabezado como la mejor editorial mundial. Así que como recompensa quiero que siga en su puesto y quiero subirle el sueldo porque tengo entendido que aparte de dirigir la empresa, también trabaja en la sección de edición.

—Así es— mi cara era de total indiferencia, pero por dentro me estaba muriendo. ¿me va a subir el sueldo? Ya era bastante alto.

—Como también sabrá, este no es mi único trabajo...

—¿De qué más trabaja? — me salió sin querer la vena curiosa.

—Siempre tan entrometida— me sonrió mientras negaba con su cabeza—. Tengo una empresa de seguridad privada.

—¿Guardaespaldas y esas cosas? — pregunté.

—Bueno, también a veces interactuamos con la policía o el ejército, pero sí. Nosotros velamos por la seguridad de la manera que sea de la persona que nos contrata.

—Ya decía yo...No te pega tener una editorial.

—¿A qué se refiere? — me preguntó divertido.

HAZLO CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora