CAPÍTULO 4

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Daphne

No tardamos en dirigirnos a la pista de baile. El alcohol ya estaba en mi sistema, pero no me importaba. De hecho, fui un par de veces más a la barra a pedirle que me hiciera más cócteles a Raven.

Estaba borracha. La última vez que estuve borracha tenía dieciocho años y fue para celebrar el fin de una etapa y el comienzo de otra.

Derek y yo habíamos bailado igual de pegados que la última vez, pero esta vez, Derek me avisó de que se iba a ligar con una, para poder tirársela.

Yo estaba en medio de la pista bailando con un desconocido. La temperatura había subido a causa de la fricción de nuestros cuerpos. Nunca había bailado de esta manera, y tenía que admitir que me encantaba bailar. Nunca lo había hecho profesionalmente, pero me gustaba ponerme música y dejar que mi cuerpo fluyese con la música.

En este caso mi cuerpo fluyó sensualmente, ya que la música también era muy sensual y mi pareja, también bailaba igual de bien que yo. Estaba tan sumida en mi baile que no noté como otro desconocido se colocó detrás de mí, rozándose contra mi trasero.

Estábamos haciendo una especie de hamburguesa, donde yo era la carne y los dos desconocidos eran los panes.

Es que estaban como panes, chica...

Me rozaba contra ambos, sintiendo como en mi trasero una cosa se empezaba a poner dura, y eso me hizo sentirme más segura de mí misma. Me mordí el labio y subí mi mano acariciando la nuca de la persona que tenía detrás, mientras recostaba mi cabeza contra su pecho. Las manos de los dos desconocidos no paraban de manosearme y nunca me había sentido tan deseada y fogosa. Estaba caliente y no me importaba. Los dos eran bastante más altos que yo, ya que comparado con ellos era demasiado pequeña.

El desconocido número uno -el de delante- se agachó hasta mi cuello y empezó a besarlo. Igual en otro momento hubiese pensado en apartarlo, pero la verdad es que ni se me pasó por la cabeza. El desconocido número dos -el de detrás- subió sus manos por mi abdomen y me juntó más contra él. Mi mano se enredó en el cabello del número dos y con la otra acariciaba al número uno.

El número dos empezó también a dejar besos en el otro lado de mi cuello, haciéndome soltar algún jadeo. Nunca me había sentido así de bien. Me estaba dejando llevar y por primera vez, no me arrepentí de nada.

—Déjanos solos— le dijo el número dos al número uno. Antes de irse me miro de manera coqueta y yo me mordí el labio.

Las manos del desconocido que estaba a mis espaldas llegaron hasta mis caderas y me hicieron girar.

Mi respiración se contuvo unos segundos al darme cuenta de que volvía a tener a Aquiles delante de mí. Él era el desconocido número dos.

—Pensaba que no volverías por aquí...— me sonrió.

—Pues pensaste mal— le respondí con la misma sonrisa.

—Estás borracha...— asumió.

—Que va— le resté importancia.

—No le estás dando la mejor imagen a tu jefe— dijo divertido.

—Qué pena...— me acerqué más a él.

No podía evitarlo, me sentía atraída por él. Necesitaba tocarlo y mirar esos increíbles ojos grises.

Volvimos a bailar como estábamos bailando con el otro chico, pero esta vez la tensión era más palpable.

Sus manos recorrieron todo mi cuerpo. Me sentía tan bien con sus manos sobre mi piel, que por un momento hasta me llegué a asustar. Apenas lo conocía.

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