capítulo uno.

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Cerca de las cuatro de la mañana, los ninjas encargados de la misión de espionaje a un enemigo peligroso quien sospechaban que se encontraba cerca de la aldea de la Hoja, volvían a paso apurado, lo más rápido que sus habilidades se lo permitían.

Kotetsu se acercó en cuando vio movimiento cerca de la entrada y una mirada suya bastó para que uno de los ninjas del clan Inuzuka le gritara por apoyo médico. El jonin encargado de las entradas y salidad de la aldea asintió con la cabeza y les permitió el paso. Cerca de cinco miembros del clan continuaron corriendo, iban cargando con una especie de camilla improvisada con ramas grandes de madera y un par de playeras y chalecos. Por lo poco que pudo percibir, Kotetsu solo atinó a crear una mueca de completo pánico.

Acercó sus dedos a su oreja derecha, donde se encontraba un auricular, y anunció a su compañero, Izumo, que necesitaban ayuda de más ninjas.

No pasó mucho tiempo cuando los refuerzos alcanzaron a los recién llegados. Con ellos, había llegado Ino Yamanaka y Shikamaru Nara. La primera se encargó de hacer preguntas necesarias sobre las dos personas heridas mientras caminaba con ellos y el otro se acercó al encargado de liderar al grupo en aquella misión, para que le contara todos los detalles.

Cuando llegaron al hospital todos comenzaron a ser atendidos. Ino se encargó de heridas superficiales a los ninjas que venían cargando y canalizó a la chica más grave y a su compañero directamente con Sakura y Shizune. El perro que iba todo el tiempo encima de la chica también estaba herido de gravedad, inconsciente y con daños que, aunque quisieran, no podían ser atendidos por ninjas médicos con nulo conocimiento veterinario. Así que, aunque la mujer se aferraba fuertemente a su compañero canino, tuvieron que separarlos para ser examinados por su parte.


—Por favor —la chica Inuzuka alcanzó a tomar la bata de la enfermera que acaba de entregarle al perro a otro de los enfermeros—. Sálvenlo —murmuró. Luego de eso, soltó a la enfermera, tomó una gran bocanada de aire y cerró los ojos.

La enfermera ni siquiera tuvo oportunidad de decirle algo porque, inmediatamente, la mujer fue ingresada al quirófano. Con una cara llena de preocupación y el corazón a punto de salírsele del pecho, observó las puertas cerrarse frente a ella, de pronto, comenzó a imaginarse a una ninja pasar toda su vida al lado de su perro y entonces, terminó por romperla.

—Hoshi —la voz de su superior detrás de ella la hace levantar la cabeza.

—Señorita Sakura —responde limpiándose las lágrimas.

De pronto, la enfermera Hoshi se sintió estúpida al mostrarse tan débil frente a quien ha sido su maestra los últimos dos años. Comenzó a darse de topes cuando pensó qué diría la doctora Sakura sobre que esté ahí parada llorando cuando hay una emergencia en el centro de Salud. De inmediato se enderezó y vio caminar a la ninja de pelos rosas hacia ella, o más bien, hacia el quirófano.

—¿Quién a ingresado? —Preguntó en cuanto llegó con ella.

Hoshi se sorprendió porque definitivamente no esperaba que ella le cuestionara eso. Después volvió a darse topes porque era muy obvio que iba a hacerlo. Tragó salida y sacó su tabla con los datos de la paciente para leérselos.

—Kaede Inuzuka, veintinueve años. Heridas profundas de armas ninja en todas sus extremidades, ha perdido mucha sangre y, según los informes de la señora Ino, ha recibido un impacto de un jutsu prohibido en el tórax. Hasta ahora desconocemos de qué se trata pero dicen que puede ser una técnica que involucre la naturaleza de fuego...

—Porque tiene graves quemaduras —completó Sakura. La enfermera asintió con la cabeza. —Bien, ¿algo más?

—Sí, bueno, la razón por la que fue enviada a quirófano es porque un kunai alcanzó a darle en la cadera, pudo haber recibido más pero su perro ninja los recibió por ella.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora