capítulo cuarenta y cuatro.

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El padre de Kaede estaba sentado en una silla de la sala de espera del Hospital de Konoha, miraba a un punto fijo en el suelo mientras pensaba en un millón de cosas que pudo haber hecho para evitar que su hija terminara en las condiciones en las que estaba.

No hablaba con Kakashi, ni siquiera le dedicaba una mirada. No estaba enojado con él ni mucho menos, solo prefería lamentarse para sí mismo, incluso sabiendo que Kakashi podía estar sintiéndose igual.

El Hokage, por su parte, hacía lo posible por respetar el silencio que lo perturbaba. Intentaba concentrarse en Kaede, pero Sasuke y Naruto seguían allá afuera y no tenía idea de a qué se estaba enfrentando.

Tras horas de lo que Kakashi sentía que había sido una espera eterna, su ex alumna apareció por las puertas de terapia intensiva, se retiró los guantes quirúrgicos y los botó en un sesto de basura. Se acercó a Kakashi pero el señor Ayashi fue más rápido y llegó con ella antes.

—Doctora Sakura, dígame, ¿cómo está?

—Ya está fuera de peligro. Tenía la nariz y un par de costillas rotas, y sus pulmones habían inhalado muchísimo humo. Por suerte no presentaba quemaduras.

Kakashi dejó salir el aire que estaba conteniendo y se posicionó al lado del señor Ayashi.

—Sobre su olfato... ella me dijo que no podía oler nada —aportó Kakashi.

—Operamos su nariz, sin embargo, no pudimos conocer el motivo de la falta de sensibilidad, tendremos que realizar más estudios.

—Pero estará bien, ¿verdad?

—Sin duda. Kaede es muy fuerte, señor Ayashi, saldrá de esta.

—¿Puedo verla?

—Claro, cuando sea trasladada a un cuarto le avisaré. También usted podrá entrar, maestro —Sakura miró a Kakashi y le dedicó una breve sonrisa que él no correspondió—. Bien, tengo que irme, pero cualquier cosa que necesiten saber pueden preguntarle a la enfermera Hoshi o a Ino.

—Muchas gracias, doctora Sakura —el padre de Kaede le dedicó una reverencia y ella respondió con un asentimiento.

Avanzó al lado de Kakashi y se detuvo debido a su voz.

—Sakura... gracias.

Su ex alumna alzó la mirada y de nueva cuenta le sonrió, aunque estaba igual de preocupada que él. Kakashi la dejó ir sin más y se volvió hacia el padre de Kaede a quien tenía que hablarle, sí o sí.

—Señor, yo lo siento mucho...

—No, Kakashi —lo interrumpió con calma, el Hokage se calló más a fuerza que de ganas—. No te lamentes, hijo, no es tu culpa.

—Sí lo es. Pude hacer que se quedara de muchas formas y no hay día en que no me sienta atormentado por ello.

—Ya te lo dije antes, Kakashi, no eres responsable de las decisiones que toman las personas. Además, ¿cómo ibas a saber que algo así pasaría? —Akimaru se lamió los labios y suspiró profundamente—. Todo esto también intento decírmelo a mí mismo, hijo, a mí también me llena de rabia todo lo que le ha pasado.

—Iba a proponerle matrimonio —confesó de golpe. Akimaru parpadeó una y otra vez debido a la sorpresa. Kakashi se aclaró la garganta—. Quería que se casara conmigo para que pudiera seguir viviendo en Konoha, sí, pero también porque la amo.

Akimaru se tomó unos segundos para pensar en una respuesta. Kakashi se estaba volviendo loco.

—¿Qué te detuvo?

—Pensé que Kaede sería feliz si conseguía lo que realmente quería.

—¿De qué hablas?

—Sé que tal vez debí decirle esto antes, señor Ayashi... Kaede se fue porque Ikki le prometió que volvería a trabajar en misiones y su madre estuvo involucrada en eso.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora