capítulo cincuenta.

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Kaede salió del baño usando una toalla en la cabeza. Caminó hasta su cuarto, cerró la puerta y se sentó frente al tocador. Mientras se miraba en el espejo, dejó caer la toalla sobre sus hombros y descubrió el nuevo color de su cabello: negro.

Sintió una peculiar inconformidad de inmediato. Nunca, en sus treinta años, se había encontrado parecido con su madre, incluso luego de teñirse el pelo por tanto tiempo, pero por alguna razón, ese día, se sentía diferente.

Antes de que se permitiera sobre pensar en el asunto, cepilló las hebras rápidamente y después dio vueltas por toda la habitación mientras se vestía.

Sin más remedio, volvió a mirarse al espejo y reconoció para sus adentros que el negro azabache le recordaba a momentos de miseria en su vida, se permitió cuestionar la belleza de su persona y luego se odió por otorgarle tanta importancia a algo tan banal como el color del cabello.

Largo hasta la cintura, Teru lo había cuidado tanto por ella y le había otorgado tantas posibilidades que, entonces, se desconoció.

Tomó las tijeras sobre el tocador y se miró a los ojos. Tragó saliva y justo cuando estuvo por cortar el primer mechón, Tara abrió la puerta de su habitación de golpe, impidiéndoselo al instante.

—¡Tara! ¿qué...?

La Inuzuka menor se sorprendió. Apretó los labios y sujetó la puerta.

—¿Vas a cortar tu cabello?

—No me gustó el tinte, es todo.

Tara decidió ignorar el tema porque había ido a ver a su hermana por un propósito diferente.

—Aun no estás vestida —volvió a decir Kaede—. Kakashi llegará en cualquier momento.

—No iré.

Kaede guardó las tijeras en un cajón y miró a su hermana.

—Me gustaría que me acompañaras, esto es importante para mí.

—Lo siento.

Kaede asintió. El silencio se volvió incómodo, se rascó la nuca y suspiró.

—Tara, debemos hablar sobre eso, lo sabes.

—Ya te lo dije todo.

La Inuzuka no presionó, sin embargo, no se quedó contenta con la respuesta.

Tres días atrás habían marchado de casa de los Tsukishima en silencio, con una Tara decidida a guardarse los sentimientos más profundos y a afrontar la situación por su cuenta.

De una forma que no se explicaba, Kaede tenía la sensación de que el secreto familiar había fracturado la relación con su hermana, como si hubiera sido suyo también, pero su sistema estaba tan cansado como para permitirse deprimirse por eso.

—Entonces... —continuó Tara—. ¿El Hokage no la enviará a prisión?

—Kakashi dejó todo en manos del Quinto Kazekage —explicó—, además, él nunca quiso hacer eso —Kaede suspiró profundamente y dirigió la mirada hacia su hermana—. Y la verdad es que yo tampoco estaba segura de quererlo.

—Kaede, pero ella e Ikki se pasaron, todo lo que hicieron fue un asco. Estábamos viviendo con el enemigo y no lo sabíamos —replicó Tara con un tono sorprendentemente tranquilo.

—Ikki recibirá su castigo, Kakashi hizo que el Kazekage Gaara lo destituyera, el clan escogerá un nuevo líder.

—No puedo creer que estas dos personas reciban consecuencias tan diminutas, ¿por qué estás siendo tan blanda después de lo que te hicieron?... nos hicieron.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora