capítulo doce.

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Faltando diez minutos para las ocho de la noche, Kaede ya estaba esperando en una de las mesas exteriores que tenía el puesto de Ichiraku a que Kakashi llegara. Ella pensó que se podría ver muy desesperada por haber llegado más temprano, pero después se convenció de que a él no le importaría en lo más mínimo.

Kakashi, llegó a las ocho con diez minutos, apurado, sudado y con la cantidad mínima de dinero. Sabía que Kaede quería pagar la cena, así que consideraba justo invitarle alguna golosina o refresco más tarde. Sin embargo, salió de la torre unos minutos después de las siete y apenas le dio tiempo de pasar a su casa para dejar sus cosas. No pudo cambiarse de ropa y olvidó tomar más efectivo, para cuando se dio cuenta, iba a medio camino y no quería regresar.

Sentía que el mundo estaba en su contra cuando estaba a punto de hacer algo importante.


—Lo siento, ¿llevas mucho tiempo esperando?

—Oh, no, para nada, tan solo veinte minutos —dijo ella, movió sus manos en el aire, restándole importancia.

—¿Q-qué? —preguntó Kakashi, preocupado.

—Pero no te preocupes, en serio. Veo que estabas ocupado —Kaede le tendió una servilleta y Kakashi la tomó para secarse el sudor que le escurría por la frente.

—Había mucho trabajo —respondió quitándose la banda ninja.

Kaede la miró sobre la mesa y luego a Kakashi. Su cabello gris había caído sobre su cara y de pronto le pareció el hombre más atractivo que jamás vio.

—Entiendo. De todas formas yo llegué temprano, eso fue mi culpa.

—¿Ya ordenaste?

—No. Quise esperar.

—Gracias, entonces iré a pedir, es lo menos que puedo hacer.


La mujer asintió con la cabeza, quería decirle que no era necesario y que lo haría ella para poder pagar, pero prefirió que él se encargara. En el fondo, sí quería abusar del privilegio que tenía Kakashi de obtener ramen gratis.

Kakashi se puso de pie y se acercó a la barra con Ayame. Kaede se quedó atenta a la banda ninja del Hokage y sintió pena por ella misma porque ya no la lucía con el orgullo que lo hacía Kakashi. Miró su brazo derecho, donde solía llevarla después de lo que pasó con Kiniro y esa tristeza que se encargaba de ocultar, volvió.


—Olvidé preguntarte de cuál querías, pero te pedí uno como el de la vez anterior, espero que... ¿oye, estás bien? —Kakashi se sentó de nuevo y preguntó aquello por la mirada melancólica de la mujer.

—¿Eh? Sí —Kaede negó con su cabeza, como si eso pudiera apartar los pensamientos de su mente—. Sólo pensaba en unas cosas...

—¿Se puede saber de qué se trata? Luces preocupada, tal vez podría ayudar en algo.


Kaede apretó los labios, miró de nueva cuenta la diadema de Kakashi y pensó que no era óptimo abrumarlo con algo como sus sentimientos por dicha situación, sobre todo porque era algo que no había superado y estaba segura de que iba a ponerse a llorar si se atrevía a mencionarlo. De todos modos, Kakashi no podía hacer nada. Sí, era el Hokage, pero Kaede sabía que no era correcto pedirle que le devolviera su puesto o que considerara ascenderla a algo más que ser una profesora.

Abandonó la mirada de la banda y lo miró a los ojos, él estaba expectante y no la presionaba para hablar, tampoco se movía o parecía que quería tocarla, sin embargo pudo transmitirle una sincera preocupación.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora