capítulo veintisiete.

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Un grito agudo provocó que los dos perros Inuzuka aullaran con la misma intensidad, llenando la estancia de ruido. Kaede se escondió debajo de sus manos con vergüenza mientras su hermana seguía gritando y riendo por toda la sala, eufórica.

—Tara, ya cálmate —dijo entre dientes.

—¡Hermana, no puedo creerlo! ¡De verdad que no!

—No es para tanto...

—¿Estás escuchándote, Kaede? ¡Pero si es el jodido Hokage! Yo sé que era muy obvio pero escucharlo de ti... —soltó otro grito al finalizar su oración—. ¡A mi hermana le gusta el Hokage!

Kiniro y Hachi volvieron a ladrar debido al estímulo agudo de la voz de Tara. Kaede se acercó y con rapidez le tapó la boca.

—Cállate, idiota, los vecinos te van a escuchar.

Tara apartó la mano de su hermana con una lambida que causó asco en Kaede.

—Por favor, como si media aldea no lo supiera ya, ustedes dos se la pasan juntos desde hace mucho tiempo. Es más, sería más raro aún si no se gustaran.

—¿Tú crees que Kakashi siente lo mismo? —preguntó titubeante. Tara se echo a reír y Kaede se puso colorada.

—Eres una reverenda imbécil, claro que le gustas, es más deberían declararse y ser novios... oh, ¿te imaginas? ¿ser novia del Hokage?

—Cállate —Kade frunció el ceño y se sintió avergonzada solo de pensarlo.

Aunque una parte de ella fantaseaba con eso.

—No te pongas celosa, ahora que sé que ese hombre te gusta, dejaré de hablar bien de él.

Kaede sonrió y negó con la cabeza.

—Eres de no creer, Tara.

—¿Cuándo le vas a decir? —preguntó de repente.

—Estás loca, no le voy a decir nunca.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —bramó. Los dos ninken comenzaron a ladrar otra vez, igual de sorprendidos que la Inuzuka menor.

—Pues porque no, primero, nada me asegura que Kakashi me corresponderá... además, vamos a mudarnos pronto, yo no me quedaría aquí... con él... —Kaede fue bajando la voz con forme iba diciendo sus ideas.

Tara notó lo afectada que sonaba aún por cosas que habían pasado hace tiempo. Cosas que ella ya había aceptado y superado, a Kaede parecían importarle todavía.

De pronto, la Inuzuka tuvo una idea que podría ponerla de mejor humor.

—¡Kaede! ¡Ya sé! —expresó, la nombrada subió la cabeza y miró con curiosidad a su hermana—. ¿Y si el Hokage también está enamorado de ti? ¿Y si debido a eso comienzan una relación? El Hokage no permitiría que su novia se fuera de la aldea.

—¿Qué?

—¡Así como lo oyes! Kaede, si te conviertes en novia del Hokage, serás igual de reconocida e importante que él, nadie, ni siquiera Ikki o nuestra madre tienen poder sobre sus decisiones. Podrías quedarte aquí como tanto quieres, con papá, tu trabajo, tu hogar —Tara abrió los brazos y señaló la sala del departamento con emoción—, y lo mejor —bajó los brazos y se tiró al sofá junto a Kaede, a la que sujetó de las manos—, tendrás al hombre que quieres, tal como mereces.



Kaede sintió sus ojos aguarse, no podía creer que las palabras de su hermana de dieciséis años la hubieran conmovido tanto. Incluso no sonaba como algo ilógico, Kaede conocía a Kakashi y sabía de lo que era capaz por ella, sin embargo, había una espinita en todo eso que hería sobre todo su orgullo. La idea de obtener todo eso por un título como "la novia del Hokage" le causaba conflicto, sobre todo porque ya era conocida por eso sin siquiera ser verdad. Kaede no quería tener que darle motivos a toda esa gente para seguir pensando así. Incluso si quería a Kakashi, temía que sus sentimientos se vieran opacados por las habladurías de la gente y que el propio Hokage llegara a creérselo. 

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora