capítulo veintinueve.

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Kakashi estaba elegante, con un traje nuevo, frente a la puerta del departamento de Kaede. Ella lo recibió con una sonrisa grande y un abrazo eufórico en cuanto cruzó el pasillo. Tara Inuzuka y los dos ninken eran testigos del momento de ambos, incuso la menor se puso a pensar que no era necesario que se declararan algo, porque sus miradas ya lo decían todo.

—Kakashi, te ves increíble, demasiado bien, incluso con esa cosa en la cara —dijo Kaede. El Hokage se mantuvo serio inevitablemente, pero su pecho se había calentado por tales cumplidos—. Mira, aquí tengo tu pañuelo, lo conseguí con la modista del atelier donde compré el vestido, la verdad sólo le pedí un pedazo de tela sobrante pero ella, amablemente lo confeccionó para ti.

Kaede puso las manos en el pectoral izquierdo de Kakashi y metió sin mucho cuidado el pañuelo amarillo en el bolsillo disponible y lo arregló de forma que parecieran dos triángulos sobresalientes.

Él observó meticulosamente el rostro maquillado de Kaede, tenía un ligero rubor coral en las mejillas y un delineado fino y negro sobre los ojos bañados en sombra marrón. Sus cejas parecían más delgadas y oscuras de lo normal y sus labios estaban teñidos de un rosa mucho más intenso, como si hubiera comido una paleta de grosella minutos atrás.

Además de eso, su cabello estaba alaciado, completamente negro, sin un rastro de rubio en las raíces.

Estaba fascinado, no tenía idea de que Kaede supiera de cosas así y tuviera la capacidad de verse mucho más bonita de lo que ya era.



—Listo —la Inuzuka sonrió y alzó la vista hasta la cara de Kakashi—, ¿lo ves? Es idéntico a mi vestido.

Kakashi echó un vistazo hacia abajo para confirmar lo que decía su amiga, el vestido era sencillo pero tan largo que cubría sus pies descalsos. Era moderno y formal, tal como lo había solicitado la pareja en la invitación, de un amarillo perfecto cual color de un polluelo con un escote pronunciado. Movió su hombro hacia adelante y comparó el color del pañuelo también, exactamente el mismo todo.

—¿Estás lista? —preguntó el Hokage desviando la atención hacia otro punto lejos del pecho de Kaede.

—Oh, sí, sólo faltan los zapatos. ¿Crees que bailemos demasiado? Quiero usar tacones pero no lo sé, ¿y si me canso?

—Deberías usar algo cómodo, Kaede.

—Para ti es fácil decirlo, Kakashi, ¡eres un hombre!

—No creo que eso...

—Espera aquí, no me tardo. No quiero llegar tarde a la recepción, ¡eres el Hokage!

Kaede salió corriendo por el pasillo en busca del calzado apropiado y Kakashi se quedó con la palabra en la boca, justo en la sala, con la hermana y los perros.

—Señor Hokage —le llamó Tara. Kakashi le prestó atención y se acercó más cuando ella le hizo una seña con la mano—. No le diga que yo le dije, pero Kaede es demasiado peculiar en las fiestas —susurró con una sonrisa.

—¿Peculiar?

—No deje que tome mucho alcohol y manténgala vigilada, no ha cometido estupideces antes, que yo sepa, pero nunca se sabe. Me imagino que ya la conoce lo suficiente como para saber que es un poco demasiado sincera y despreocupada.

Kakashi frunció el ceño, nunca había visto la confianza de Kaede como algo negativo pero su propia hermana le estaba advirtiendo sobre ello. Permaneció confundido.

—¿Hay algo que no me estés diciendo, Tara?

La Inuzuka escuchó los pasos detrás de Kakashi, así que solo le guiñó uno ojo y le deseó suerte.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora