capítulo treinta y dos.

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Kakashi dejó el folio número cincuenta y dos en el escritorio, estampó el sello oficial en él con fuerza y lo arrastró hacia la izquierda, junto al montón de otros papeles previamente sellados. Shikamaru y Shizune, quienes estaban sentados del otro lado del escritorio, esperaban en silencio que el Hokage completara su tarea para que fueran atendidos. La mujer se preguntaba qué era lo que tenía a Kakashi tan disperso y aparentemente furioso, mientras el Nara se lamentaba en silencio por haber asistido al trabajo ese día.


—¿Qué es lo que necesitan? —preguntó Kakashi sin despegar la vista de los documentos.

Shizune titubeó antes de hablar, por lo que el consejero del Hokage se adelantó.

—Necesitamos establecer el cronograma de noviembre y diciembre, señor. El año está por terminar y nos queda mucho trabajo que hacer.

—Ah, sí, ¿prioridades?

—La promoción de curso de la Academia Ninja, la reunión trimestral con los Hokages, la culminación del traslado del clan Inuzuka, el inventario de armas, suministros y uniformes, y, por supuesto la revisión financiera y actualización de empleados y shinobis. También debemos agendar citas con inventores y comerciantes.

—No se olvide de todo lo que involucra la salud de la aldea —agregó Shizune.

—Sí, eso también. Con Sakura de vacaciones costará el doble de trabajo mantener las dos clínicas.

—No veo por qué, Shizune está a cargo mientras tanto —agregó Kakashi después de estampar un nuevo sello en otro folio.

—Yo no tengo problema en hacerme cargo del hospital general, pero la clínica de salud mental ha tenido algunas dificultades desde que Sakura partió hace un par de semanas.

—Encontraremos a alguien capaz de administrar ese lugar, no se preocupen —dijo Kakashi.

Shizune y Shikamaru intercambiaron miradas de inquietud, el Nara se encogió de hombros, como si respondiera a la pregunta inexistente de Shizune sobre qué es lo que pasaba.

—¿Algo más?

—El momiji y el festival navideño...

—No tendrá ningún cambio si es lo que quieres saber —interrumpió Kakashi.

—Entonces nos guiamos del programa del año anterior.

—Así es. Da aviso a los encargados de la frontera y los guardias de la entrada. Seguiremos recibiendo a cualquier persona dispuesta a visitarnos durante las fiestas.

—Sobre el resto de eventos... —comenzó Shikamaru.

—Lo tengo, mañana mismo te llamaré para hacer la revisión del itinerario.

Shikamaru acomodó el contenido de su portapapeles con cuidado, resignado a que no tendría la atención del Hokage en ese momento, se puso de pie y, sin despedirse, salió de la oficina.

Shizune apretó la boca tras el portazo de Shikamaru y frunció el ceño al darse cuenta de que Kakashi no se había inmutado ni un poco.

—Shikamaru se ha ido —dijo.

—Lo sé.

—¿Está todo bien? —preguntó al fin. Kakashi dejó el sello sobre la tinta y, por primera vez en los últimos diez minutos, alzó la cabeza y miró a Shizune. La mujer parpadeó un par de veces al ver las ojeras prominentes y la mirada cansada del Hokage—, Cielos, no luces nada bien definitivamente.

—No he dormido bien.

—Creo que hay una razón para eso.

—Tengo mucho trabajo.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora