capítulo quince.

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Kaede salió de la Academia una hora después de su fin de jornada. El director Iruka le había pedido de favor que le otorgara una bitácora de su semana en el trabajo, una cuartilla repleta de sus experiencias, aprendizajes y progreso con los alumnos. Le sorprendió que le hubiera tomado más tiempo de lo que esperaba, y es que no tenía muchas cosas positivas que decir. Los niños eran difíciles y malcriados, su estado de ánimo había empeorado por causas externas y casi ni había prestado atención a lo que ocurría en la escuela. De todas formas, no podía ser sincera con Iruka, temía decepcionarlo, así que intentó hacer una bitácora positiva, pero no demasiado entusiasta para no levantar sospechas; y así la entregó.

Quería ir a su casa y descansar, tener una tarde de viernes relajada para poder dedicarse más tiempo a ella misma y sus sentimientos, pero su conciencia no se lo permitía.

Su padre había sido dado de alta esa mañana y como su madre no se había aparecido ni un minuto por el hospital, ella y Kiniro le ayudaron a volver a su hogar. Él estaba bien, pero el resto del equipo de Tara no y eso le revolvía el estómago.

Quería visitarlos pero no encontraba la forma de acercarse y agradecerles lo que hicieron si su hermana seguía perdida fuera de la Aldea, no podía evitar sentir una especie de indignación a pesar de que su padre le dijo que fue su responsabilidad.

También quería disculparse con Kakashi por la forma en la que le habló cuando estuvieron en su oficina y por el esfuerzo que hicieron él y los ninjas que había enviado, pero también estaba esa espinita enterrada que le recordaba que, si no fuera por eso, Kakashi no hubiera movido ni un solo dedo por su padre.

No podía evitar darse de golpes por sentirse así, se convencía de que tenía que hacer lo correcto pero su orgullo se lo impedía.

Por si fuera poco, Kiseki y ella no habían cruzado palabra desde el lunes, después de su contratiempo con Yuriko en el distrito Inuzuka. Su relación no le importaba en lo absoluto, pero había cosas que las unían más que eso: el plan de desplazamiento y su padre y hermana.

Ellos no estaban juntos desde hacía más de una década. Se divorciaron un año después de la llegada de Tara a su familia. La niña había sido inesperada, concebida en medio de una relación de altibajos y aceptada por una Kiseki bastante tradicional y por un Akimaru maduro y responsable. Después de todo, habían estado casados por quince años, eran unos adultos pero en ese momento, habían sido ingenuos.

Ambos tuvieron el pensamiento de que una nueva hija iba a darles ese empujoncito que necesitaban para mejorar su relación, sin embargo, ocurrió todo lo contrario. A los cinco meses de gestación, comenzaron sus trámites de divorcio y para cuando Tara cumplió su primer año, Kiseki y Akimaru ya no eran esposos. Akimaru volvió a usar su apellido de soltero, consiguió una vivienda modesta a las afueras de la aldea y se dedicó de lleno a su negocio de la miel. Kiseki se quedó en el clan, siguió trabajando en misiones hasta el final del mandato de Tsunade y acudió a la Cuarta Guerra para servir a su nación. Y aun así, ambos lograron mantener a sus hijas.

Kaede sabía que no eran amigos, pero podía reconocer cuando ellos seguían contando el uno con el otro, como cuando Kiseki regresó con vida después de la guerra o cuando Akimaru comenzó a exportar sus productos al extranjero. Por ello, le molestó mucho que no fuera a verlo al hospital o peor aún, que no se dignara en aparecer todavía cuando era consciente de que Tara no estaba. Le hirvió la sangre de sólo recordarlo.

Desechó sus planes anteriores, incluso dejó que su padre descansara. Si había algo más importante que Kakashi y el equipo de su hermana, era Kiseki. Así que desvió su rumbo y aun con el miedo de cruzarse con Yuriko o Tadashi, se dirigió al distrito Inuzuka a encarar a su madre.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora