Capítulo cincuenta y dos.

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Era una noche lluviosa. Kakashi lavaba los platos que había ensuciado para la cena y Kaede esperaba pacientemente que le pasara uno para ser secado. El Hokage sentía familiaridad en todo, en compartir una cena con ella de nuevo, sentía como si el tiempo nunca hubiera pasado.

Claro que, tampoco podía ignorar los hechos reales. Aquel perro con el que se había encariñado no estaba dormido en su sofá de tres plazas, entonces, la sensación de vacío no terminó por desaparecer del todo.

Meses atrás había tenido una crisis parecida a la del año pasado, cuando pensaba en suicidarse. Kakashi no fue capaz de darse cuenta en qué momento se había quebrado. No lo había planeado, pero las consecuencias de haber lidiado con sentimientos fuertes por su cuenta le estaban pasando factura.

La preocupación, el miedo y la ansiedad se lo comían vivo todo el tiempo. Había estado sucediendo desde julio del año pasado pero no fue hasta diciembre que admitió que no podía más.

Como si sus pesadillas de guerra y sus pensamientos intrusivos sobre quitarse la vida no hubieran sido suficientes, Kakashi no solo cargaba con el peso de una Aldea entera en su espalda cuya cuál estaba corriendo peligro, sino que se había encargado de preocuparse por Kaede de sobremanera, al punto de culparse por su fátidico desenlace desde el primer día.

Si no hubiera dado esa orden.

Si no la hubiera dejado ir.

Si nunca la hubiera conocido...

En ese entonces, Kakashi experimentó lo que se conocía como un corazón roto, un vacío el el pecho y una angustia asfixiante.

Actualmente, quería estar bien, quería fingir que nada de lo que había sentido estuvo ahí alguna vez, sin embargo, el dolor que le había causado la partida de Kaede no se había extinguido con el tiempo, incluso teniéndola ahí, frente a él, mirándolo con pena, incluso visitándola con frecuencia, incluso sabiendo que está a salvo, incluso si le decía que lo amaba todas las noches... seguía habiendo algo más.

Sin embargo, como el experto que era, decidió guardarse el malestar en ese momento y centrarse en otros asuntos.


—¿Cómo te fue con Iruka? —preguntó casualmente.

Kaede dobló su trapo mientras pensaba en su respuesta.

—Bien —dijo—, me dio unas cartas de mi antiguo grupo, me dijo cosas muy lindas, el director Iruka es una muy buena persona.

—Sabía que te gustaría hablar con él —terminó de enjuagar el último vaso y cerró el grifo—. ¿Te dijo algo sobre Akiko? Es tu alumna estrella.

—Eso parece, me sugirió visitarla pero no creo que sea buena idea.

—Estuve siguiendo su proceso los últimos seis meses —Kakashi caminó por toda la cocina, guardando los trastes en las gabetas—, en la clínica de Sakura, quiero decir. La psicóloga Azumi le ayudó mucho, ella también es una excelente profesionista.

—¿Ah, sí?

—Sí —volvió a darle la cara, Kaede tenía los brazos cruzados y el ceño medio fruncido—. De hecho, estuve hablando con ella en una ocasión.

—¿En serio?

—Sí, aunque no es lo mío. Creo que el trabajo que ella realiza es respetable, pero no funciona en mí. Asistí a una sesión y fue bastante incómodo, me hizo preguntas muy personales.

—Oh —dijo Kaede—. Creí que hablabas de algo más.

Kakashi soltó una risa, Kaede se puso roja.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora