capítulo veinte.

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Kaede tenía muchos sentimientos encontrados, y aunque le preocupaba lo que Kakashi la hacía sentir, decidió darle prioridad a su clan.

Ella ya sabía que la situación era complicada. Justo después de lo sucedido con su hermana, Kakashi tuvo una reunión en dónde fue capaz de conseguir que los altos mandos les otorgaran un mes más para decidir si querían marcharse, esto, por petición indirecta de Kaede. Claro que, desde entonces habían pasado más de quince días, lo que significaba que les quedaban al menos dos semanas de prórroga. Sumándole que Kaede sabía que el Kazekage iba a recibirlos, estaba casi segura que el porcentaje del clan que no se quería ir iba a terminar por desistir y tenía que impedir aquello.

Llegó al distrito Inuzuka con Kiniro a su lado. Tenía claro en quienes confiar: Ichigo y su mamá, y sería a quienes les contaría primero.

Se plantó frente a la casa de Ichigo, estaba tan nerviosa y desesperada que tocó con impaciencia. Varios golpeteos después, la puerta se abrió, pero no era Ichigo quien estaba del otro lado, sino Tadashi.

La Inuzuka se tragó las palabras que estaba a punto de decir y se congeló ante la presencia de su antiguo amante. Tadashi le sonrió con picardía y Kaede sintió como se le revolvía el estómago, sin importar lo que hubiera entre ellos, a ella siempre le parecería guapo.


—Kaede Inuzuka —dijo él.

—¿Está Ichigo? —preguntó. Seguía sosteniéndole la mirada.

—También me parece agradable volverte a ver, Kaede —respondió con sarcasmo, Tadashi disfrutaba del momento, le gustaba lo que podía hacerle sentir.

—Tadashi, no estoy de humor para estas cosas, necesito hablar con Ichigo.

—Está bien, pasa —Tadashi se hizo a un lado y permitió que Kaede y el perro pasaran.


Ichigo estaba sentado en un sofá viendo la televisión. Tenía a Takeo recostado sobre sus piernas, el galgo ocupaba el resto del sillón, por lo que Terius, el ninken de Tadashi estaba echado en el suelo.

Justo cuando entró al salón, Yuriko y Nyoko Inuzuka salieron de la cocina con un par de tazones con palomitas de maíz. Ambas mujeres se detuvieron en seco cuando vieron a Kaede y de inmediato, la perra terranova de Yuriko y el dálmata de Nyoko se unieron a la reunión.

Tadashi apareció detrás de Kaede, la presencia de aquel hombre la ponía de nervios y que hubiera más gente de la que esperaba ver le estaba causando estrés.


—Kaede —Nyoko habló primero—. Qué sorpresa, no sabía que estabas invitada —la chica la miró primero, luego a Kiniro y por último a Tadashi.

Este se encogió de hombros, como dejándole claro que él no tenía nada que ver con que ella estuviera ahí.

Ichigo finalmente dejó de ver la pantalla y puso más atención a lo que estaba ocurriendo.

—No sabía que estarían aquí —admitió Kaede—. Necesito hablar con Ichigo, es todo —volteó a verlo, el Inuzuka miró a todos lados y luego a ella.

La situación comenzó a tornarse incómoda.

—Kaede, hola —saludó Ichigo alegremente—. Lamento si no te dije nada, tú, bueno, ya sabes, no vives aquí hace tiempo y bueno... eso... pero puedes quedarte si quieres, veremos Paraíso de la seducción, Nyoko pudo conseguir un video casette.

Kaede se quedó muda. Sus colegas estaban reunidos para ver una película erótica. Simplemente no podía creerlo.

En otras circunstancias, tal vez lo hubiera considerado, pero en esa situación, había algo más importante que la adaptación del libro de Jiraiya.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora