capítulo trece.

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Kakashi se sentó en la silla frente a su escritorio y dejó salir un suspiro profundo. Había estado trabajando toda la mañana con su consejero y Shizune, los tres se encargaban de los registros y avances de pacientes que acudían a la clínica de Sakura. Esta había salido temprano en compañía de Sasuke, Kiba y Akamaru, todos guiados por Pakkun y completamente preparados para cumplir con una misión: encontrar al padre de Kaede y al resto del equipo.

Al final, la Inuzuka lo había llevado a las escaleras del edificio y le contó que ellos debieron regresar el lunes a medio día, pero no sucedió, tampoco tenía noticias suyas y Kiniro al ya no ser un perro ninja en servicio, no podía ir más allá del país del fuego. Kakashi entendió que le apenaba mucho contarle eso y que le costó demasiado pedirle ayuda; una parte de él sentía que sólo lo hizo porque era el Hokage pero otra parte creía genuinamente que confiaba en él y lo necesitaba.

Aun así, ese era su deber, ayudar a los demás. Kaede seguía siendo una aldeana.

Kakashi la convenció de que todo estaría bien y que él iba a ayudarla, ella entró a su departamento y Kakashi trepó a los tejados y atravesó el centro de Konoha hasta la Torre del Hokage, donde invocó a Pakkun y al resto de ninken y les ordenó que buscaran cualquier rastro de las cinco personas extraviadas. También les hizo llegar la alerta a Kotetzu e Izumo quienes permanecían en guardia las veinticuatro horas y posteriormente les asignó la misión formal a sus ex alumnos y a Kiba, quienes tenían su entera confianza y, por supuesto, la experiencia necesaria.

Shikamaru no entendió por qué estaba armando toda una estrategia por esas personas la primera vez, no tuvo que preguntar nada, por sí solo consiguió atar los cabos y llegó a la conclusión de que al Hokage le importaba más de lo normal aquella mujer. El consejero no era como el resto de las personas y se mantuvo callado, acató las órdenes y cumplió con su trabajo. Al fin y al cabo, tampoco le importaban mucho las relaciones que tuviera Kakashi, ni nadie en realidad.

Los tres habían salido del hospital por la hora del almuerzo, Shikamaru y Shizune tomaron el descanso merecido y Kakakshi volvió a la torre.

Odiaba sentirse así, inútil. A pesar del poder mandatario que tenía, no podía dejar su silla y actuar por sí solo, los ancianos consejeros no se lo hubieran permitido. Aun así, esperaba que todo su equipo fuera capaz de hallar algo.

Kakashi miró el reloj dentro de su oficina, dentro de una hora, Kaede terminaría su jornada en la Academia. La noche anterior le había pedido que, en cuanto saliera del trabajo, fuera a buscarlo a la torre y que para entonces, ya tendría un avance. Desafortunadamente, ni Pakkun ni Sasuke se habían reportado todavía y Kakashi comenzó a sentirse ansioso, le preocupaba defraudarla, por alguna razón que no comprendía.

Pero claro, Kakashi no era el único. Kaede Inuzuka sentía el mismo hoyo en el pecho porque confiaba en él.

Antes de que Kakashi pudiera seguir lamentándose, un halcón de color café que cargaba con un bolso pequeño tocó con su pico el vidrio detrás de él. Kakashi se dio la vuelta y lo dejó entrar cuando abrió la ventana.

El ave se posó en el antebrazo de Kakashi y este rebuscó en la mochila, encontrándose con una hoja de papel doblado en cuatro partes. Era un mensaje escrito por Sakura.


"Maestro Kakashi, encontramos al maestro Tomoki inconsciente cerca de la frontera con el País del Viento, en la Villa Nadeshiko, cerca del desierto. Por favor envíe apoyo lo más rápido que pueda. Está deshidratado y tiene raspones leves y quemaduras por el sol.

Sobre el resto no tenemos noticias. Pakkun sigue buscando al resto, creé que no están lejos de nuestra ubicación.

Cualquier información se la haremos saber.

golden | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora